Tenacidad inquebrantable
POP-ROCK
★★★★✩
La de hoy, podrán comprobarlo inmediatamente, no es la típica reseña de tal o cual actuación de gente de aquí o de allá, que los lectores habituales a mis columnas de crítica musical suelen encontrar con regularidad en las páginas de SEGRE. En esta ocasión quería poner de manifiesto y, de alguna manera, homenajear en estas pocas líneas a alguien bien conocido por su largo deambular de casi cuatro décadas ininterrumpidas, una honestidad artística a prueba de bomba y, si me lo permiten, también por una capacidad de sacrificio y ánimo indómito más que reseñables ante la adversidad. Joan Lozano, otrora miembro fundador de los míticos Rosas Rojas y de su efímera secuela Zuma, y líder y máximo accionista a todos los efectos de Mister Jones, su conocido alter ego, lleva años picando piedra, pero de la dura, sin mostrar desaliento por la incomprensión general, atemperada, eso sí, por un razonablemente fecundo bagaje de grabaciones y conciertos. A bordo siempre de una argumentación musical a medio camino entre el power pop y la americana, su máxima aportación es un ramillete de sólidas canciones rock con letras que dicen cosas e ilustran sensibilidad a tope y una preocupación perenne por todo lo bueno y malo que nos rodea como sociedad. El proyecto que ahora le ocupa, Lozano y Los Frentes Abiertos, es una nueva declaración de principios de este creador infatigable, bregado en mil batallas del negocio musical, pero no el de los dulces paisajes de éxito, sino el del fangoso y proceloso underground de supervivencia, en el que lo más probable es hundirse si una fuerza de voluntad férrea y tenacidad inquebrantable no te mantienen a flote. Pues bien, en el concierto celebrado el pasado Día de los Inocentes, fecha perfecta, cómo no, para un perfil como el del oficiante –bien protegido en su área de confort predilecta, el maravilloso Espai Orfeó, de espléndida acústica y acogedor calor ambiental–, pudimos escucharlo magníficamente flanqueado por Josep Maria López, a la batería, y Lluís Boix, al bajo, quien, según él mismo anunció, sería su último concierto con la formación. Con una respuesta de público a la altura de las circunstancias y del cariño que, tras tantísimas circunstancias vividas y compartidas, se ha sabido granjear el bueno de Lozano, el espectáculo mantuvo todo el rato una altísima temperatura emocional, a la que contribuyeron tres invitados muy especiales: Jordi Gasión El Fill del Mestre, que ejerció de segundo guitarrista –acústico, para más datos– y background vocalista de mérito, además de sus queridos Txabi Ábrego y Carles Cerezo, que aportaron sus tremendas dotes de guitarrista solista para niquelar varias de las canciones ofrecidas. El repertorio incluyó temas de toda su trayectoria en solitario y varios de los más nuevos, desde Caramelos de ron a El último baile, pasando por De ida y vuelta, Cuadriláteros o Malaventura, además de Siete vidas, título para calificar mejor que ningún otro de los suyos el espíritu de superación y capacidad de resiliencia de este músico local a todas luces insustituible.