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POP-ROCK

★★★★✩

Así da gusto. Un espacio como la Llotja, colgando el cartel de TODO VENDIDO y con la gente disfutando a tope con la actuación y las canciones de uno de los combos mejores de la primera hornada del rock català, presentando aún, después de casi cuatro décadas desde su debut a mediados de los ochenta, un más que meritorio estado de salud artística. Sí que es verdad que, por el camino, quedó el recordado guitarrista Joan Cardona Ninyin, víctima de un desgraciado cáncer y que, ahora mismo, Francesc Cuco Lisicic está tratando de recuperarse, en este caso, de una incómoda afección renal, aunque no cabe duda de que la alineación actual de la mítica banda gerundense ha hallado buenos recambios y el directo actual suena auténticamente de maravilla. A saber, además de Josep Bosch, Josep Thió y Gerard Quintana, los tres miembros fundadores de Sopa de Cabra y pilares incombustibles de la formación, junto a los estupendos instrumentistas Jaume Soler, Ricard Sohn, Valen Nieto y Miqui Santamaría. Visto lo visto, creo que es justo reconocer que de aquellos Sopa de Cabra adalides del rock and roll en catalán y cuya filiación política redundaba y mucho en sus conciertos de antaño, en la actualidad, después de tantos años, tanto su imagen como su actitud han devenido algo mucho más pausado y, en la medida de lo posible, han ido adquiriendo una pose mucho más relajada, acomodándose con cierta naturalidad a los nuevos tiempos. También en lo musical, puesto que en el álbum Ànima, séptimo de estudio de los suyos –creo recordar–, han querido rodearse, para adornar sus nuevas composiciones, de una pléyade de brillantes artistas jóvenes de generaciones posteriores a la propia. Hablamos de gente como Beth (que estuvo con ellos en la Llotja), Sidonie, Santi Balmes (Love Of Lesbian), Triquell, Xarim Aresté, Pol Batlle, Yolanda Sey (Sy Sisters), Clara Peya y Anaïs Vila, que han convivido juntos a las mil maravillas con estos veteranos de pro, dotando de nuevas texturas y profundidades variadas a ese estilo compositivo tan característico que firman habitualmente Quintana y Thió. Hablando del recital, decir que los Sopa desgranaron casi en su totalidad esa última entrega discográfica y, cómo no, un buen ramillete de las joyas musicales que adornan toda su trayectoria y que el público les exige Sí o Sí. Como ya ocurrió con las canciones de Cercles (2015) y La gran onada (2020), sus discos inmediatamente anteriores, la argumentación del grupo ahonda en medios tiempos destacando una sonoridad, como dije antes, más reposada y acorde a sus seguidores de toda la vida, quienes, como ellos, nos hemos vuelto mayores y no estamos ya para muchos trotes bailongos. No obstante, un excelente show a todas luces y la constatación de que, pese a todo –parece– les queda cuerda para rato.

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