Preciosa simbiosis
POP-ROCK
★★★★✩
Apuesta absolutamente arriesgada e innovadora, vaya que sí, esta de los Celtas Cortos en Solos ante el peligro, uniéndose en simbiosis imposible con la joven, aunque ya muy prestigiosa, orquesta de cámara alicantina Virtuós Mediterrani, dirigida por el maestro Gerardo Estrada. Y no es para menos, pues a todos aquellos seguidores del conjunto vallisoletano, iniciado en la década de los ochenta en los ambientes de la música tradicional y céltica, que ellos fusionaron tan y tan bien con el pop-rock eléctrico predominante a la sombra de la Movida, escucharlos estos días, despojados de ese soniquete suyo típico que les hizo triunfar hace treinta años y que los convirtió en una de las bandas que más y mejor directo ofrecían, se nos antojaba como mínimo una experiencia creativa intrigante pero apetecible. El caso es que, quizás más por curiosidad melómana que periodística –que también–, acudimos al magnífico teatro de la Llotja (que estos días celebra quince años desde que fuese inaugurado entre cierta incredulidad de la ciudadanía, cuyos comentarios encontrados cuestionaban entonces que esta fuese la infraestructura cultural que una ciudad como Lleida necesitaba), a presenciar esta propuesta, repito, a todas luces, como mínimo, aventurada. Así pues, con más o menos media entrada de público quizás por el razonablemente alto precio de las entradas o seguro que, también, por las dudas artísticas que acabamos de plantear, compartidas por bastante gente, la verdad es que nada más comenzar el espectáculo se empezó a disipar la incertidumbre. Un escenario con el sexteto vallisoletano acompañado por una formación clásica de diecisiete instrumentistas, es decir, veintiséis músicos en total tocando al unísono, no es cosa barata. Segundo, y muy importante, la constatación de que los miembros de la banda (los históricos Jesús Cifuentes Cifu, voz solista y guitarra; Goyo Yeves, saxo y whistles; Alberto García, violín y trombón; acompañados de otro personal posterior pero igualmente valioso, como José Sendino, guitarra solista; Antón Dávila, gaita; Chuchi Marcos, bajista; y Diego Martín, batería), sabedores junto a quienes se baten el cobre en esta experiencia tan musicalmente singular, han sido capaces de renunciar a algunas de sus características más consustanciales, como serían el aire festivo y hasta de cierto desenfreno escénico que siempre les han dado seña de identidad y tanto entusiasman a sus seguidores. El objetivo último de este montaje, logrado sin duda, ha sido reinterpretar sus clásicos de toda la vida y varias de sus últimas creaciones alojadas en el álbum El mundo al revés, hasta llevarlos a una nueva dimensión sonora, cuando menos sorprendente, explorando en nuevos territorios musicales la esencia de sus canciones más distinguibles, revistiéndolas de otros códigos y envoltorio musical más complejo. Un ejemplo de fusión entre música clásica y pop-rock que nos acercó a la verdad de la música como lenguaje universal y cómo el nexo en la interpretación de estilos dispares no hace más que aportar riqueza y caminos nuevos de exploración a sus creadores y ejecutores. Dicho y hecho, así fue, visto lo visto, colmándonos a todos de enorme placer ante tanta preciosidad.