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Els Pets, solo para expertos

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Els Pets sorprenden con un repertorio atípico en la Llotja de Lleida, interpretando dos discos enteros

Els Pets triomfen en un concert a la Llotja de Lleida amb 'sold out' - GERARD HOYAS

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POP-ROCK

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Tiene que ser muy valiente un grupo para proponer lo que propusieron Els Pets para su gira de 40 aniversario: ir tocando discos enteros de su trayectoria, de principio a fin, dejando los grandes clásicos en la nevera. Los que interpretaron los de Constantí para una Llotja llena hasta la bandera fueron Agost y Bon dia, trabajos importantes en su carrera aunque quizá no los mejores. 

Hablaba de valentía porque estos discos, como todos, tienen sus luces y sus sombras: himnos absolutos, canciones conocidas y temas que solo recuerdan sus más acérrimos seguidores. Y eso, para ofrecer un directo, es de valientes. 

Así, el concierto tuvo dos partes idénticas: la primera dedicada a Agost y la segunda, al Bon dia. Idénticas porque si pintamos las emociones en una gráfica, veremos que sube la euforia con los primeros compases, luego baja para dejar espacio a las baladas y temas tranquilos –tedio para algunos–, para volver a la euforia del remate final. Para ponerle nombres, esa primera parte empezó con Soroll y el público levantado, bajó con temas que los asistentes tuvieron que rebuscar de urgencia en la memoria de hace veinte años, como Descafeïnat o Feliç, para terminar por todo lo alto, público en pie, con Pau

Hubo parón para meterse la máscara de oxígeno (Gabaldà dixit), sus temas físicos de mediana edad (todos ya pasan la sesentena), tomar un trago y volver para iniciar la segunda parte: el disco Bon dia. Idéntico patrón, distorsión al principio y final, y baladas en medio. Así, empezó con Massa jove per fer-me gran, luego espacio para los temas menos recordados del disco de hace casi 30 años, para terminar con Una estona de cel y Bon dia. El bis final fue con Vine a la festa.

Un concierto que una mayoría muy fan disfrutó y que a otra parte, los acompañantes, pudo aburrir sobremanera. Gabaldà hizo de Gabaldà: bromeó, lanzó proclamas contemporáneas, mostró cercanía y atizó al público cuando lo requería. Al final del escenario, el bajista ‘Falin’ Cáceres no se movió de su metro cuadrado en las dos horas de concierto, cosa habitual en él. A su lado, el batería Joan Reig se mostró impávido, ni rastro de su carácter extrovertido y divertido. Poca sintonía. Los que sí que acompañaron con juego de caderas a Gabaldà fueron los dos guitarristas de apoyo. 

Els Pets, solo para expertos. Eso sí, al menos la acústica fue buena, nada comparable con el terror sonoro de su anterior concierto en el Auditori de Lleida.

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