Un cuento macabro

Existen tres temas totémicos dentro del aluvión de propuestas de series en plataformas: los zombis en un mundo desolado queriendo hincarle el diente a los pocos supervivientes que pululan por ahí; los detectives, algunos con taras psicológicas, intentando resolver crímenes de asesinos en serie y, finalmente, las sociedades distópicas en el marco de un ambiente normalmente hostil.

La serie Sweet Tooth está enmarcada dentro de este último apartado, ambientada en un planeta Tierra postapocalíptico donde un virus ha diezmado a la población –maldita la gracia–, coincidiendo con el nacimiento de bebés híbridos mitad humanos mitad animales. Este hecho los llevará a ser perseguidos y exterminados por ser, para unos, la causa del mal y, para otros, la solución para, a través de ellos, dar con la vacuna que los inmunice.

La serie no es un tema recurrente por los tiempos en los que andamos, sino que adapta un cómic del 2009 de Jeff Lemire, que Robert Downey Jr. ha tenido a bien producir.

De este modo han nacido los ocho capítulos que forman la primera temporada de una historia sobre un niño con cuernos y orejas de ciervo, protegido por su padre en el corazón del bosque que, sin embargo, tendrá que salir hacia lo desconocido y aprender a sobrevivir acompañado por un mastodóntico personaje de oscuro pasado pero con buen corazón.

Gus, que así se llama el muchacho, irá en busca de respuestas encontrándose por el camino con personajes diversos. Sweet Tooth maneja otras subtramas con mayor o menor acierto, pero en su eje central ofrece todo tipo de mensajes, una mezcla de apego a la amistad, a la bondad del niño ciervo que se entremezcla con la maldad humana, con un villano de instintos terribles que logra que un argumento con toques de fábula inocente se convierta en esencia en un cuento macabro.