CRÓNICA POLÍTICA
El 2017 cambiará el paisaje político
PERIODISTA
Es verdad que cada principio de año se pueden leer crónicas parecidas en las hemerotecas sobre los cambios preparados para el entrante. Pero 2017 será bien distinto a los anteriores. ¿Alguna razón especial? Una no; media docena, por lo menos. Y serias.
A partir del día 20 de este mes Donald Trump ya no influirá en el mundo desde Nueva York, en el piso 66 de la torre que lleva su nombre, armado con un teléfono móvil y disparando tuits inquietantes. Se sentará en el despacho oval de la Casa Blanca con los botones del poder, incluido el militar, a su alcance. El grupo de conservadores y radicales del que se ha rodeado en su gobierno y en la cúpula militar inquieta, por lo visto, hasta los servicios secretos, que acaban de confirmar que Rusia decidió apoyar la elección de Trump, aunque no fuera finalmente decisiva esa ayuda. Este mismo año Francia, Alemania y Holanda celebrarán elecciones, con la extrema derecha bien situada en los sondeos y candidatos dispuestos a imitar al mandatario americano, nuevo ídolo mundial del populismo, descarado en sus mentiras. Y nadie puede garantizar que en Italia, y quién sabe si en España, no se convoquen elecciones anticipadas. En Cataluña sí, lo más probable, con el referéndum dando vueltas en la calle y en el Tribunal Constitucional. Además, los cuatro partidos nacionales más votados celebran congresos, ordinarios o extraordinarios. Nadie duda que Rajoy y Rivera los superarán sin problemas, pero en Podemos, aunque se elija de nuevo a Pablo Iglesias, hará daño la herida Errejón, al que se trata ahora de desprestigiar a marchas forzadas en redes sociales ante la sorpresa de que casi empata en las votaciones previas con las candidaturas pablistas. Y en el PSOE, una lotería (por suerte la del Niño no tocó en Ferraz, a diferencia del Gordo de Navidad que generó una riña penosa por el mal reparto de participaciones entre los empleados). Lotería en el horizonte inmediato, porque nadie se atreve a pronosticar si volverá Pedro Sánchez, aunque lo tenga muy difícil. O si Susana Díaz conseguirá su objetivo sin dejar demasiada piel en la refriega del congreso; o si vencerá un tercero, según el planteamiento de “Ni Su, ni Sa”. De momento, en las encuestas, la previsión es de retroceso socialista, algo normal si no hay candidato y solo se divisa la Gestora, muy poco popular, que lo que sirve de momento es para ganar tiempo y para comprometer el futuro de Javier Fernández en Asturias. Aunque no faltan los que les gustaría que, con la templanza exhibida hasta el momento, Fernández se hiciera cargo de la secretaria general del PSOE.
Por si faltaban incógnitas, Carles Puigdemont nos trajo como regalo de Reyes más incertidumbre añadida al declarar que dentro de un año ya no estará en la Generalitat. Así que se abre el melón sucesorio en el partido post convergente, del que no logra casi nadie aprenderse su nombre. Y con Artur Mas loco por volver, como saben los suyos, y Carme Forcadell, la presidenta del Parlament, anunciando que no será candidata de nuevo.
De modo que el año puede terminar con un paisaje humano bien distinto en lo político, borrada la presencia de Obama, de Hollande, de Puigdemont, de Forcadell, de Javier Fernández, quién sabe si de Pedro Sánchez y hasta de Íñigo Errejón. Súmenle a eso las sorpresas que la política depara a gran velocidad en estos tiempos y nos podremos imaginar el cambio de personal protagonista de los telediarios.
El año 2017 en España debe servir para recuperar en buena medida el tiempo y las oportunidades que se desperdiciaron en el 16. Contratos del Estado que se paralizaron, fondos europeos al límite de la pérdida porque nadie los reclamaba adecuadamente desde aquí, convenios internacionales por firmar ya que no podía hacerlo un gobierno en funciones y también inversiones privadas que se resistían a llegar por la incertidumbre política. Fue un año perdido y llega otro que en España y en el mundo protagonizarán otros, incluso quienes todavía no conocemos. Atentos para empezar al vicepresidente de Trump. Sigan esa pista.