CRÓNICA POLÍTICA
Angustia en el PSOE y ansiedad en la Fiscalía
PERIODISTA
Incertidumbre total en el PSOE sobre el resultado de las primarias y angustia ante una posible fractura muy seria. Como demostraron los avales, ningún candidato va a ganar arrollando, ni siquiera con margen de estabilidad. De los principales contendientes, de Susana Díaz y de Pedro Sánchez, nunca nadie ha destacado su generosidad con el adversario.
Electoral y emocionalmente se dibujan, por tanto, dos partidos. Políticamente, hay indicios de que también. Es, sin duda, uno de los momentos más delicados en el siglo largo de historia de la formación. No es momento para especular sobre lo que pueda suceder el día después, advierten los militantes consultados, concentrados todos en la campaña. Josep Borrell, el candidato que ganó las primarias a Joaquín Almunia, pero al que acorraló el aparato hasta que dimitió, ha contribuido a la proyección de Pedro Sánchez con un libro de urgencia, Los idus de octubre, a partir de la amarga experiencia del tristemente célebre Comité Federal de Puerto Hurraco.
Aquel día, y desde entonces, todo ha sido una reyerta familiar. Algo parecido a la película Los idus de marzo, una crónica del juego sucio en la política. Borrell la sufrió y por eso debe identificarse tanto con Sánchez, aunque los de enfrente aporten una lista de agravios por el modo despótico con que dirigió el partido. Bien es cierto que casi siempre por persona interpuesta (léase su secretario de Organización, César Luena, doctorado en conspiraciones por las Juventudes Socialistas, universidad de casi todos los aspirantes a secretario general). Adivinen dónde está ahora Luena: pues en la candidatura de Patxi López.
El trapecio crea adicción. De que la división es más emocional que política, aunque también haya fractura política, dan cuenta algunos testimonios recogidos entre la militancia: “Estoy por votar a Pedro Sánchez porque me echó para atrás la foto de la vieja guardia socialista arropando a Susana en su presentación en Madrid”, sostiene un militante de Lleida. No se pierdan el perfil del candidato: setenta años y alto cargo en un gobierno de Felipe González.
Analizar esta crisis del PSOE a partir de estereotipos conduce al error, con seguridad. Todo es circunstancial e imprevisible. El avance de su hábil guerrilla en redes sociales, donde brilla la épica que invocan los seguidores del secretario general dimitido, se contrapone a su probada torpeza para relacionarse con los medios. Hay pocos periodistas que defiendan a Pedro sin que por ello muestren indicios de seducción por otra candidatura. Estadísticamente, es así. Algo anda mal.
Por suerte para el PSOE, mientras la campaña lo paraliza todo y la lista de avales analizada por comunidades y provincias destapa la fragilidad de algunos liderazgos autonómicos (pretendidos barones que a duras penas llegan a condes), su grupo parlamentario en el Congreso mantiene la iniciativa. Aunque la abstención en la investidura de Rajoy no garantizaba contrapartidas del Partido Popular, Antonio Hernando ha quitado de las manos a Podemos algunos avances sonados, como el relativo a la pobreza energética. Y ahí sigue: esta semana se verá en la Cámara la interpelación al Gobierno sobre el ministro de Justicia, el fiscal general del Estado y el de Anticorrupción. Solo la rechaza sin matices el Partido Popular.
Veremos cómo se posiciona el resto, pero, aunque esa reprobación de un ministro no tenga efectos vinculantes, no hay precedente. Al ministro se le acusa de injerencia en causas judiciales sobre corrupción que afectan al Partido Popular y se pide la destitución de los fiscales por “incumplimiento grave de sus funciones”.
Y es que la turbulencia en el área de Justicia, que también salpica a Interior, es muy intensa. Alguien avisó a Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, de que le estaban investigando. Intolerable. Entretanto, ya ven, angustia por las primarias internas en el PSOE, pero sin perder iniciativa parlamentaria. Para empezar la reconstrucción con el tren en marcha.