CRÓNICA POLÍTICA
“Aterriza como puedas”, Pedro Sánchez
PERIODISTA
Después de todo un curso volando de mitin en mitin, en un viaje desde la amargura al éxito épico contra el aparato y la aristocracia del PSOE –barones, duques y marqueses–, el aterrizaje de Pedro Sánchez en la política real inquieta. Inquieta sobre todo a la ciudadanía convencida de que los socialistas son pieza clave en la estabilidad del sistema político español.
Si el proyecto del nuevo PSOE de izquierda se estrellara, los damnificados no serían solo sus dirigentes, militantes y votantes. Quedaría afectado todo el sistema y los riesgos se multiplicarían.
Es pronto para alarmarse, pero algunas luces ya parpadean. “Pedro ha madurado mucho con la dura experiencia”, advertía un asesor en el primer momento. “Tranquiliza que en su ejecutiva haya personajes sólidos intelectualmente como Cristina Narbona, Escudero y Tezanos y que lo apoyen Sevilla, Gabilondo y Borrell”, advierten algunos minimizando la coreografía trasnochada del puño en alto y la Internacional, como medio siglo atrás.
Otros esperan que la declaración de España como Estado plurinacional, además de significar algo poco novedoso –en su día Peces-Barba, Guerra y otros hablaron de la “nación de naciones”– sirva para encauzar el caballo desbocado del independentismo catalán.
Y que internamente la tensión se amortigüe algo con la inestimable colaboración de Patxi López y Guillermo Fernández Vara, de vocación sacerdotal no confesada pero de virtudes parroquiales probadas.
Estábamos en esas, cuando llegó el Ceta, el tratado de libre comercio entre Canadá y la Unión Europea, un acuerdo del que conocemos la teoría –tratado de segunda generación que regula no solo aranceles sino condiciones de inversión de canadienses aquí y europeos allí– pero que nadie sabe en la práctica lo que supondrá. Que unos ganarán y otros perderán sí, y que se compensarán daños y beneficios también, pero quizás lo que se gane en Polonia se pierda en Irlanda, o al revés.
Con esa incertidumbre dominante, sindicatos, partidos y hasta patronales se han lanzado a posicionarse. Y como suele suceder, ante el desconocimiento generalizado y el temor de fondo a la globalización, muchos se definen solo por ir a la contra de los otros.
Si Podemos lo rechaza, la derecha lo apoya; si tal país lo elogia, en otro se combate. Y en medio de las turbulencias llega el avión de Pedro Sánchez, de una gloriosa pero agotadora travesía, y se le dice: “Aterriza como puedas, Pedro”. Y el piloto toca tierra primero con una rueda, después con varias, dando bandazos y con la tentación de retomar el vuelo en la siguiente ejecutiva porque la pista patina y es corta. “Tres o cuatro Canadás de estos más y Pedro no remonta”, sostiene un destacado empresario muy preocupado por los riesgos de un accidente socialista. Si Pedro Sánchez se estrellara, habría fiesta a su izquierda.
Y la derecha hará lo posible porque así sea. Si logra estabilizar la aeronave del nuevo PSOE cambiará el escenario y empezarán los trasvases de votos: recuperación de papeletas prestadas a Podemos y cesión por su derecha a Ciudadanos, siempre que Albert Rivera contenga ese empeño de proclamarse liberal, que ni sus militantes liberales entienden.
Ya le ha costado la pérdida de cuatro diputados en Valencia que se sienten socialdemócratas. Entretanto al PP, que sigue en la pasarela de los juzgados, con desfile de exsecretarios generales solicitado por Luis Bárcenas (y Rajoy viene detrás sin plasma) no se le ha ocurrido nada más para tapar tantos casos de corrupción que citar en el Senado a Iglesias, Rivera, Susana Díaz, Pedro Sánchez y cualquier nombre sonado.
Se trata de contraprogramar con un espacio titulado Todos somos iguales pero ni es así, ni tiempo han tenido los nuevos para ser iguales. Que lea otra vez Irene Montero su lista alfabética de investigados, implicados y los ya condenados del PP en casos de corrupción y se comprobará que cuando el mal es sistémico no valen artimañas para enmascararlo. Comandante Sánchez: aterrice con pericia.