CRÓNICA POLÍTICA
Temblor de piernas electoraly mundo al revés
periodista
Faltan solo horas para consumar el despropósito y dejar convocadas las segundas elecciones generales en seis meses. Ya vimos esa película. Fue un drama, porque al final el PSOE tuvo que sacrificar algunos de sus mejores diputados para resolver lo que las urnas no arreglaron ni a la segunda.
Es la séptima ronda de consultas de Felipe VI en cinco años de reinado. Esa es la medida de la inestabilidad, que se corresponde con la del hartazgo ciudadano que los estrategas de los partidos no saben valorar porque siguen en la alquimia. Se la juegan.
Temblor de piernas generalizado tras las machadas dialécticas del verano. La abstención es traidora. Ciudadanos, porque puede llevarse un serio varapalo al radicalizarse y decepcionar a un amplio sector de votantes, acaso el más cualificado. El PP, porque, aunque suba, tiene abiertos frentes internos que exhibe: Núñez Feijóo quiere hacer política y no solo resistencia, mientras el PP vasco censura a la portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo, que desconsideró el sacrificio humano de sus militantes frente a ETA. El PSOE, porque, si la situación económica empeora en dos meses, igual no sube lo esperado y embarranca. Vox, porque sabe que bajará algo. Y Podemos, porque tiene la peor situación interna, que puede estallar con un mal resultado: las confluencias están cansadas de la gestión personalista del líder. Peor aún: si Íñigo Errejón decidiera al final presentarse en noviembre, aunque fuera solo por Madrid, obtendría algunos diputados arrancados a Podemos... y a los socialistas. Un correctivo ganado a pulso por la incompetencia negociadora y por las ínfulas y urgencias presidencialistas de todos.
Ante ese panorama, la política se mueve en un especie de mundo al revés. Pablo Iglesias, al frente de una formación republicana radical, pide la mediación del Monarca a ver si le saca a Sánchez la coalición que él no ha conseguido. Gabriel Rufián, antes agresivo tuitero desde su escaño, pide serenidad y acuerdos, cual hombre de Estado emergente. El PNV, partido de derechas que sueña con una independencia soft, se ofrece para apuntalar a la izquierda en Moncloa como mal menor. Qué mal debe estar esto si solo Esquerra Republicana y el PNV acuden de bomberos a defender la estabilidad política de España, dado que el resto no sabe cómo hacerlo. O sabe pero no quiere; por ambiciones personales y cálculos tácticos, sin atender a la demanda ciudadana.
Mientras eso sucede aquí, en Europa se está formando una tormenta economicopolítica de gravedad. La locomotora alemana pita como advertencia y comienza un suave frenado que ralentizará todos los indicadores del continente. La factura del Brexit va a ser descomunal. La madrugada del primero de noviembre entrarán en vigor los aranceles suprimidos hace medio siglo, con retracción económica inmediata. Menos turistas para España y golpe a las exportaciones.
Pero además de las consecuencias económicas, la descomposición política del Reino Unido (unido hasta ahora) abre una vía de vértigo. Escocia quiere seguir en Europa mientras Irlanda del Norte optaría, para seguir en la UE, por borrar la frontera establecida en 1922 cuando Irlanda se independizó. Ya hay enfrentamientos allí. Por si fuera poco, el maltrato a los principios democráticos que se practica en Londres sienta un grave precedente. Para Francisco Martínez, letrado de las Cortes y exsecretario de Estado de Seguridad, “lo que empezó siendo una apelación al pueblo, vía referéndum, para decidir su futuro, ha terminado en una concentración de poder en el Primer Ministro, tratando de silenciar al Parlamento en una decisión de extrema gravedad para el sistema constitucional británico”.
Refiriéndose al listado de políticos británicos decepcionantes que encabeza Boris
Johnson
, escribe Ramón Lobo en El País: “No ha tenido suerte el Reino Unido con esta camada de líderes. Hasta se echa de menos a Margaret Thatcher y a Tony Blair, descabalgado por las mentiras de Irak”. ¿Solo el Reino Unido no ha tenido suerte con esta camada de líderes?