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CRÓNICA POLÍTICA

El mundo, pendiente de Putin, Trump y el Papa

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Que “esto es cosa de los tres o cuatro de arriba que mandan”, según expresión popular, nunca fue tan cierto. Tres: Vladímir Putin, Donald Trump y el Papa Francisco. ¿Cuatro en la lista? Pongan a Joe Biden.

Y con el líder chino Xi Jinping, cinco. A continuación, secundarios de primera, a saber, los europeos Sunak, Macron y Scholz, con Pedro Sánchez buscando entrar en esa influyente clasificación; y luego ya el resto, destacando líderes regionales como Lula en Sudamérica, o Mohamed VI en el Magreb y la África francófona. El factor humano es clave; hoy más que nunca.

Una decisión de Putin podría detener la guerra de Ucrania y la crisis económica mundial que induce. La vuelta de Donald Trump en las elecciones de 2024 parece más que probable si un tribunal de Nueva York no lo impide. Y la reciente hospitalización del Papa generó un alud de plegarias si se suman los millones que pedían por su recuperación y, en palabras que escuchamos de un cargo vaticano, “los que rezan para que Dios se lo lleve pronto a su lado, algunos obispos incluidos”.

Los pensamientos de Putin son inescrutables. Los de Trump, clarísimos. Si el primero alarga la guerra de Ucrania hasta que regrese el segundo, el escenario de dos sátrapas al frente de las más potentes maquinarias de guerra del mundo, dispuestos a aliarse, puede dar como resultado un nuevo orden internacional; con pocas opciones a los que quieran intervenir en el reparto, básicamente China como gran potencia emergente y la Unión Europea como autodefensora de su espacio.

En semanas sabremos si Trump es o no procesado, con lo que se despejará la inquietante incógnita de su regreso. De Rusia no hay que esperar mucho, salvo si quiebra económicamente ya que ha consumido en el primer trimestre del año casi todas las reservas que tenía para el 2023. La guerra es muy cara, aunque de momento las muy numerosas muertes de soldados le salgan a Putin baratas; pero el efecto de las sanciones económicas se nota cada vez más.

Y luego está el Papa Francisco al frente de una poderosa máquina ideológica, económica y moral. Pensemos que solo en Estados Unidos hay más de cincuenta millones de católicos. Y varias docenas de ellos, multimillonarios, financian el asedio al Papa preparándose para colocar como sucesor a un cardenal ultraconservador.

“El Papa Francisco al llegar ya dejó claro que no toleraría unas finanzas vaticanas con rasgos de paraíso fiscal, ni tampoco los abusos sexuales contra menores en el ámbito de la Iglesia”, ha escrito el periodista Vicens Lozano en el libro Vaticangate. El complot ultra contra el papa Francisco y la manipulación del próximo Cónclave. Las operaciones de descrédito contra Francisco y las dimensiones de la conspiración son estremecedoras y mezclan a millonarios, cardenales, medios de comunicación y expertos en manipulación.

Lozano relaciona con los preparativos del asalto al inefable Steve Bannon, director de las exitosas campañas de Trump y del brasileño Bolsonaro, que inspira a partidos como Vox en España, y que resume en una frase su método: “El odio y la ira son motivadores.” Mientras el Pontífice se debilita por diferentes afecciones, los conspiradores vaticanos se envalentonan. Y en el plano político, los ultraderechistas avanzan. Acaban de ganar las elecciones en Finlandia y gobiernan en Italia, la tercera economía de la Unión, con riesgo de que Le Pen sea la próxima presidenta de Francia.

Tiempos difíciles.

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