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Ha sido tan duro el golpe, que se agotaron los nombres para describir el impacto: que si el “caso Errejón”, que sí “la bomba Errejón”, que si el “mazazo”, o el “shock” y así sucesivamente. Intentos de describir la “tremenda sorpresa”, o la “decepción”, o el “tiro de gracia” a una carrera política de diez años. Que el portavoz parlamentario de un partido que hace bandera del feminismo sea acusado de abusos sexuales y prácticas machistas, es lo peor que le podría pasar.

Si ya estaba mal la coalición Sumar, con este lamentable episodio no suma más que incertidumbre; en la práctica resta expectativas y divide a los partidos integrantes. Pero el nombre que más fortuna ha hecho estos días, analizando este despropósito, ha sido “el runrún”, o sea, “la voz que corre entre el público”, según acepción de la Real Academia. Se podría traducir por “el rumor”. Deslizaba dos preguntas clave la politóloga Cristina Monge en la Cadena SER: “¿Se sabía de este runrún? ¿Existe algún otro runrún que esté circulando y no sepamos?”. Silencio en la sala. En otras palabras, si se ocultó el runrún mirando hacia otro lado y si se están encubriendo otros casos, sea en el partido que sea. Silencio.El runrún que duró años hasta su explosión mediática fue el de las andanzas del rey Juan Carlos. De su relación con la actriz Bárbara Rey, o con una señora de Mallorca perfectamente identificada, o con una empresaria alemana que se autodenominaba princesa, sí sabíamos. De fiestas en alguna finca manchega, se hablaba. De regalos millonarios del rey de Arabia, también. De sus comisiones y paraísos fiscales, poco o nada. Pero en fechas recientes, la publicación de algunos audios de la intimidad grabada entre el monarca y la actriz, con referencias a personajes públicos y a generales, ha supuesto el colmo explícito de la decepción y el rechazo.El tsunami Errejón ha tapado todo por el momento; eso y más. Vacaciones mediáticas –de pocos días– al caso Koldo, de presunta corrupción, que implicaría al ex ministro Ábalos; los jueces que se dedican a hacer política, sin papel; el congreso del partido Junts enviado a la última página de la sección política, con Carles Puigdemont contrariado porque debía estar preparando una nueva maniobra de funambulismo; los artilleros mediáticos del Partido Popular desconcertados porque no encuentran la forma de culpabilizar a Pedro Sánchez de las andanzas de Errejón; y así sucesivamente.Entretanto, la vida sigue. En los Premios Princesa de Asturias, Joan Manuel Serrat y la propia doña Leonor, cantaron a la esperanza y emplearon versos en catalán, sin runrún en la platea del Teatro Campoamor de Oviedo. Salvador Illa, el presidente socialista, asistiendo a la ceremonia y reunido con el presidente asturiano, Adrián Barbón, para recuperar la imagen de Cataluña. Pedro Sánchez recibiendo en Moncloa a las presidentas de Baleares y Extremadura, populares, con lo que solo la lideresa de Madrid se ha negado a acudir a la reunión, incomodando a su propio presidente, Núñez Feijóo. Después, viaje de estado de Sánchez a la India en busca de inversiones y de alianzas políticas internacionales. Y las cifras de empleo mejorando hasta colocar el paro por debajo del doce por ciento. Sigue siendo grave, porque incide en la desigualdad para una parte de la población, pero es innegable el avance. Por eso, al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, no le pregunta la oposición, no vaya a responderles con datos incontestables de las mejoras. En España el que se aburre es porque quiere.

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