¿Amor de soltera o de casada?

A propósito del consejo rimado de Geroni Ferrer, miembro del capítulo de Santa Maria de Guissona a mediados de siglo XVII, con el que cerraba mi último Notes al marge en el suplemento Lectura, un lector me hace constar su discrepancia, especialmente teniendo en cuenta la condición eclesiástica de quien lo formulaba. Decía así: “Guárdate de amor de soltera/ y de convite de hostalero/ porque te costará dinero.”

Qué podía resultar más oneroso para un tipo incauto, en la época en que eso fue escrito, dado que hoy día el dilema ni siquiera merece plantearse, de tanto como hemos avanzado en este aspecto: ¿la relación sentimental y/o sensual con una joven o la establecida con una dama que ya ha dado el paso de tomar estado? ¿Qué gastos ocasionaba cada una, suponiendo que en este ámbito existieran diferencias sustanciales? Me imagino opiniones para todos los gustos. En el caso hipotético de uno tonsurado como el autor de la referida advertencia, parecía en efecto más recomendable desde casi todos los puntos de vista, no solo el económico –accesibilidad, prestaciones, experiencia, discreción–, enredarse con una “señora”, porque hacerlo con una “señorita” debió comportar riesgos más difíciles de prever y sobre todo de solucionar, desde el escándalo público a un posible embarazo, fácilmente justificable si la encinta tenía esposo.

Lo acompañara o no la razón en el supuesto comentado, el canónigo Herrero solía tocar. Coetáneo y compatricio segarreta –la gran Segarra histórica– del Rector de Vallfogona, el guisonense no es ni de lejos tan conocido, pero su libro Selva de vàries sentències, inédito en buena parte, contenía admoniciones bastante juiciosas, todavía en vigor o quizás ya no tanto. Por ejemplo, contra el orgullo atlético de algunos asiduos en los gimnasios: “No te jactes de ligereza/ ni habilidades corporales,/ caro lo tienen los animales.” O la arrogancia masculina: “Al hombre que mucho se alabe,/ considéralo imprudente,/ lleno de vanidades y viento.” O la presunción femenina: “Lo más propio de la mujer/ es poder bien adornarse,/ peinarse y afeitarse.” O el hedonismo: “No hay vicio que no canse/ ni comida, por mucho que guste/ que, si mucho dura, no enfada.” O la gente de leyes: “Créeme que los avogados,/ procuradores y notarios/ de tu bolsa son corsarios”. O de los castellanos: “Ponent nos ha infestado/ en nuestra Cataluña/ con lo mal que allí se acuña.” Vigente o caduco?