La judicialización de la política

La Fiscalía Anticorrupción solicita 6 años de cárcel para el expresidente de la Junta de Andalucía José Antonio Griñán por un delito de malversación de caudales públicos, y 10 de inhabilitación para el otro expresidente, Manuel Chaves, por el caso de los ERE. Para Griñán, el Ministerio Público pide además 30 años en total de inhabilitación. Mientras, el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, sigue sin decir palabra sobre el escándalo, moral y político, de la expresidenta de la comunidad valenciana, Rita Barberá, que deja el partido presionada tras ser investigada por blanqueo de dinero pero se niega a hacer lo mismo con su escaño del Senado, al que accedió por designación del Partido Popular, sabedor de que estaban a punto de abrirle causa penal y de que el cargo conllevaba la condición de aforada. Mientras la política sigue en su escalada de casos judiciales por diferentes delitos relacionados con el enriquecimiento personal por el ejercicio del poder, el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya rechaza los recursos de Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau por la consulta del 9-N, lo que les sitúa a un paso de ser juzgados por desacato y desobediencia al Tribunal Constitucional, con penas también de inhabilitación. Todas las comparaciones son sin duda odiosas, pero cuesta explicar a la ciudadanía que puedan acabar con las mismas condenas personas acusadas de defraudar la hacienda pública o malversar el dinero de todos, que aquellos que ponen urnas solo para conocer la opinión de los ciudadanos. Otra avería ferroviariaUna nueva avería, en esta ocasión de un mercancías entre Les Borges y Vinaixa, volvió ayer a afectar a los pasajeros de los trenes de la línea Tarragona-Barcelona, que cuenta sus días por incidencias, igual que la de Manresa, sin que se cumpla el plan inversor pactado entre la entonces ministra Ana Pastor y el exconseller de Territorio, Santi Vila, ni se traspase la línea a la Generalitat. Un estancamiento que clama al cielo, tanto en Lleida como en Rodalies de Barcelona, donde miles de personas padecen cada día la falta de inversiones.