EDITORIAL
Seguridad al volante
Con motivo del Día mundial de las personas mayores, publicamos en la edición de ayer domingo una información a partir de datos de la Dirección General de Tráfico en la que se decía que uno de cada tres leridanos mayores de 74 años tiene el permiso de conducir, y por tanto, se supone que la mayoría utiliza el coche, y que en total hay 15.200 chóferes censados en esta franja de edad. Si a esta cifra se suman los conductores que están en edad de jubilación, a partir de los 65 años, su número asciende a 40.000 en el conjunto de la provincia. Además, estas cifras han ido aumentando año a año en la última década, debido al envejecimiento de la población y a la mayor esperanza de vida de los leridanos. Si habitualmente se reclaman más campañas de seguridad vial para evitar los accidentes en las carreteras para el común de los ciudadanos, para este colectivo en concreto es especialmente importante porque de todos es sabido que con la edad se pierden habilidades y reflejos, la fatiga aparece antes, e incluso pueden aparecer problemas de movilidad física que afectan a la conducción de automóviles. En este sentido, el Servei Català de Trànsit recordó que este colectivo debe adaptarse a una nueva situación física y psicológica. Encima de la mesa también hay otras propuestas más concretas aportadas por los expertos y las propias autoescuelas, como reducir a dos años el periodo para renovar el carnet cuando se tienen más de 70 años, acortarlo más si el conductor padece alguna enfermedad, que los centros médicos puedan fijar un límite de velocidad, o obligar a conducir acompañado por otra persona con carnet.
El debate está abierto pero no se trata de señalar a este colectivo como un potencial provocador de accidentes circulatorios, ya que estamos hartos de ver en la carretera a conductores jóvenes y de mediana edad hacerlo de una manera temeraria o bajo los efectos de sustancias psicoactivas. Simplemente se trata de aplicar aquello tan manido de más vale prevenir que curar, porque la carretera tiene sus peligros tanto para los jóvenes como para los mayores, pero extremar los requisitos que afectan a los que superan una cierta edad redundará en su propia seguridad y a la vez en la del resto de ciudadanos.