EDITORIAL
Rajoy, presidente
España ya tiene presidente. Después de 314 días de gobierno en funciones, un periodo insólito de interinidad y de bloqueo político, Mariano Rajoy fue reelegido ayer gracias a la abstención de la mayoría de los diputados socialistas. Y al mismo tiempo se confirmó la desobediencia de los 7 diputados del PSC y otros 8 del PSOE que mantuvieron su “no” a la investidura de Rajoy a pesar de la amenaza de represalias por parte de la comisión gestora del partido, y sobre todo se aclaró la incógnita de lo que haría Pedro Sánchez en la sesión de ayer. El defenestrado secretario general socialista renunció a su acta de diputado para no traicionar, dijo, su compromiso electoral y para no ir contra las directrices del comité federal, y simultáneamente, lanzar su candidatura a la secretaría general de su organización en un próximo congreso en el que, según los estatutos, serán los militantes, y no los barones, los que decidirán el liderazgo del partido. Y puestos a aclarar conceptos, el propio Rajoy se sumó con decisión a ello y en su discurso de petición de voto empleó un duro lenguaje más propio de un gobierno que sigue teniendo detrás una mayoría absoluta que de uno en minoría que necesita del apoyo de otras formaciones para sacar adelante leyes y propuestas. Afirmó que no estaba dispuesto “a derribar lo construido”, y advirtió que no se puede dar paso a la investidura y desamparar luego al Gobierno que resulte de ella. Lo que en lenguaje llano puede traducirse por una actitud nada beligerante por parte de los partidos que le han aupado, PSOE y Ciudadanos, y sí más cercana a la claudicación.
Le afearon luego este tono los portavoces del resto de partidos que le contestaron desde el atril, pero el aviso a navegantes ya está formulado, principalmente dirigido a un PSOE roto y sumido en una profunda crisis que necesita tiempo para rehacerse, cohesionarse, cicatrizar heridas y buscar un nuevo líder que sea capaz de llevar a cabo esta síntesis y remontar el vuelo. Y, conocedor de ello el presidente Mariano Rajoy, vino a decir que está dispuesto a pactar hasta un cierto límite pero no más allá. En el fondo de este mensaje subyace el hecho de que, en caso de bloqueo, el próximo mes de junio, cuando se cumpla un año del último proceso electoral, está facultado para disolver el Parlamento y avanzar las elecciones generales.