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Después de conseguir por fin Mariano Rajoy el sábado su investidura por 170 votos a favor, 111 en contra y 68 abstenciones, el rey firmó ayer su nombramiento como presidente del gobierno, hoy se publicará en el BOE y el líder del PP tomará posesión del cargo. El siguiente paso, de gran importancia para el futuro, es la formación del gobierno, para lo que Rajoy se ha dado de tiempo hasta este jueves para desvelar su composición, y ha conseguido evitar que trascendiera algún nombre de los que tiene en mente para esta nueva legislatura. El talante de las personas que finalmente elija dará pistas de cómo piensa afrontarla, si apostando por el diálogo franco con el resto de formaciones para lograr consensos o, por el contrario, siguiendo la línea dura esbozada en su breve intervención del sábado para solicitar la investidura en la que hizo especial hincapié en sus líneas rojas: no piensa “derribar” nada de lo que ha construido, no pondrá en peligro la recuperación económica ni la creación de empleo, señalando directamente a la oposición, en especial al PSOE como responsable de que esta legislatura pueda llegar a su final sin necesidad de convocar elecciones a partir del próximo mes de junio.

Si su anterior gobierno, que disponía de mayoría absoluta, estuvo diseñado pensando en la estabilización económica del país y en cumplir los requerimientos de la Unión Europea, en esta ocasión su debilidad parlamentaria, ya que gobernará en minoría, aconseja elegir a ministros más políticos que puedan negociar con el resto del partido en vez de abrir nuevos enfrentamientos. Si entonces se rodeó de amigos como Jorge Fernández Díaz, José Manuel Margallo, José Ignacio Wert, José Manuel Soria y Ana Pastor, muchos de ellos con un talante ya conocido por su belicosidad, ahora se imponen personas más flexibles. Y también deberá solucionar Rajoy el difícil equilibrio de poder entre la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y la secretaria general María Dolores de Cospedal. La primera prueba de fuego, y el propio Rajoy lo dejó claro en su intervención, será la de aprobar unos presupuestos que permitan responder a las exigencias de más ajustes económicos y, por tanto, de más recortes. Después de 314 días sin gobierno, Mariano Rajoy ya no puede seguir con su inactividad política y tiene que comenzar a mover ficha.

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