EDITORIAL
La amenaza del alcoholismo juvenil
El alcoholismo es un problema social que tiene repercusiones en ámbitos sanitarios, de seguridad ciudadana, de posibles malos tratos, de accidentabilidad en las carreteras y en general de convivencia, frente a lo que no se actúa con la contundencia necesaria. Más bien al contrario, el consumo de alcohol es considerado como habitual, como una forma de relación social y hasta se fomenta en determinados ambientes como un valor positivo o de promoción, y aunque esté prohibida la publicidad directa de bebidas alcohólicas, en estas fechas la publicidad indirecta o subliminal del consumo de alcohol llega a ser agobiante y no hay inauguración o acto social que no acabe en un brindis y parece imposible que se puedan celebrar estas fiestas sin alcohol. Y cada cual decidirá sobre sus hábitos personales por más que todos recomendemos, incluso los vendedores de bebidas alcohólicas, un consumo moderado y razonable, pero hay un sector especialmente vulnerable a estas modas y a cierto consenso social para considerar el alcohol una droga menos peligrosa e incluso más admisible, que es el de los más jóvenes. Todas las encuestas avisan que cada año se adelanta la edad mínima en que se empieza a consumir alcohol, estudios elaborados en Lleida corroboran que el 40 por ciento de estudiantes de cuarto de ES0, en torno a los 15 años, reconoce tomar alcohol de forma ocasional, y lo que ya es preocupante es que el 25 por ciento de las atenciones en los CAP de Lleida por intoxicaciones etílicas corresponde a menores de edad. Teniendo en cuenta que solo llegan a los centros hospitalarios una pequeña parte de las borracheras es muy significativo que uno de cada cuatro casos corresponda a menores de edad que son conducidos a los ambulatorios por amigos preocupados por su estado. No hemos llegado al extremo sucedido en San Martín de la Vega donde una niña de 12 años murió el pasado octubre a consecuencia de un coma etílico, pero conviene alertar sobre un fenómeno que desgraciadamente va en aumento, los jóvenes empiezan a beber a edad más temprana y también de una forma más descontrolada. La ministra de Sanidad advertía sobre posibles medidas sancionadoras a los padres que no reaccionaran después de episodios etílicos de sus hijos y puede ser una medida, pero también hay que educar a los jóvenes y explicarles claramente los riesgos que conlleva el consumo excesivo de alcohol.