EDITORIAL
Realidades y retos del 2017
La inflación cierra el año en el 1,5%. Es su mayor tasa desde 2013. En comparación a hace un año, cuando el 2015 culminó con un IPC del 0%, las cosas han cambiado. El encarecimiento de la gasolina y la energía hace que los precios se puedan disparar en 2017. Desde el Banco de España se ha avanzado que en los primeros meses el IPC puede ser del 2%. Este dato puede mermar el poder de compra del consumidor. El encarecimiento de la energía repercute en el precio de los bienes de consumo, en la cesta de la compra. No todo se limita al surtidor de las gasolineras. Si a una empresa le resulta más caro transportar sus alimentos, trasladará ese coste al precio final. No es un dato esperanzador para el año que iniciamos, en el que los pensionistas seguirán perdiendo poder adquisitivo, el empleo público no se recuperará tanto como la mejoría económica presumía y en el que los salarios medios tampoco tendrán subidas de antaño. La electricidad, el agua, los transportes y, por supuesto, los carburantes subirán en la mayoría de los casos y el crecimiento seguirá moderado, aunque la apertura del crédito para inversiones seguras irá al alza. En resumen, pese al Brexit, que ha frenado en seco los planes de crecimiento europeos y la incertidumbre que crea en el mundo el mandato de Donald Trump en EEUU, los retos económicos del 2017 siguen pasando por conquistar el pulso perdido desde la crisis. A nivel social, cómo hacer frente al terrorismo islámico sin diezmar el derecho internacional de asilo y no hacer pagar a justos por pecadores, sin duda será uno de los principales retos del mundo del año que arrancamos.
En cuanto a Catalunya y su relación con España, el 2016 no nos ha dejado avances significativos ni en un sentido ni en otro y los independentistas han marcado el 2017 como el año de la desconexión, mientras el Gobierno español no ha dado ni un paso para conjugar el verbo dialogar. De todas formas, e intentando imprimir algo de luz en la encrucijada en la que llevamos tiempo instalados, que el diálogo sea la palabra consigna desde la meseta es una buena noticia para deshacer el nudo gordiano que enfrenta las legítimas aspiraciones de Catalunya y los intereses españoles de no modificar en lo esencial el statu quo. Y aunque por las palabras del viernes de Rajoy no hay signos de desatasco, todo es aún posible. Feliz 2017.