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La epidemia de gripe en Catalunya, que comenzó oficialmente la semana pasada, está poniendo a prueba la resistencia de los servicios de urgencia de atención primaria y de los hospitales catalanes. En Lleida, pese a que médicos y responsables de Salud no ven síntomas de alarma ni de colapso, el hecho de que se hayan triplicado los casos en apenas siete días, añadido al resto de afecciones respiratorias propias del invierno, tanto en niños como en adultos, y el período vacacional del personal médico, conforman una demanda de asistencia sanitaria que está por ver en qué condiciones se afronta y se resuelve. El problema de la sanidad pública catalana no se centra en la calidad del servicio, ni por supuesto en la de los profesionales, sino en las infraestructuras y en la cantidad de facultativos. Los reiterados recortes han ido haciendo mella en este pilar fundamental de la sociedad del bienestar que afronta hoy en día un aumento progresivo de enfermos o usuarios con estructuras de hace más de veinte años. La salud catalana requiere, al igual que sus infraestructuras, su educación y varios de sus sectores económicos y sociales, un impulso sustancial y prioritario que se resume en inversiones. Una inyección económica que evite el hacinamiento de pacientes en pasillos, el cierre sistemático de camas y las esperas, tanto para médicos de cabecera como para especialistas. Más de lo mismoLa entrevista del nuevo ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, con el conseller de Territorio, Josep Rull, y la titular de Gobernación, Meritxell Borràs, no comportó ayer ningún avance para los problemas endémicos de las comunicaciones que dependen del ministerio. El no al traspaso de Rodalies, cuyo funcionamiento es un calvario para la capital catalana, lo acompañó el ministro con un borrón y cuenta nueva de los 5.000 millones de inversión que había prometido su antecesora Ana Pastor. Por lo que respecta a la N-240 de Lleida a Tarragona, el ministro se limitó a decir que es “prioritario” reducir su siniestralidad. Promesas sobre el colapso de la N-340 y paciencia con el corredor Mediterráneo. Más de lo mismo.

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