SEGRE

Creado:

Actualizado:

Ya nadie se acuerda de la operación diálogo entre Madrid y la Generalitat si es que alguna vez alguien se la creyó, pero es evidente que ha muerto antes de empezar y que el acuerdo sobre presupuestos entre Junts pel Sí y la CUP, que abre las puertas del referéndum, o bien la divulgación de las conferencias del exjuez Vidal con “secretos o fantasías” sobre el proceso independentista, han marcado un punto de inflexión. Desde Catalunya ya no se habla de hojas de ruta de concreción indefinida, ni de los 18 meses de plazo ampliables, sino de un referéndum, pactado o unilateral, antes del verano, mientras se concreta que ya está preparada la hacienda catalana. La respuesta de Madrid también ha sido contundente con la advertencia de que los colegios pueden ser precintados para que no se vote y con referencias directas por parte de los ministros de Interior y de Justicia al artículo 155 de la Constitución, que prevé la suspensión de la autonomía. Hace días que estamos en la cuenta atrás, pero ahora ya no se atisban puentes de diálogo y las maniobras se centran en ocultar el siguiente paso al adversario no para solucionar el problema, sino para derrotarlo. Y en esta línea ya se oyen declaraciones de que en el proceso puede haber confrontaciones o insinuaciones de que desde el gobierno central se puede acabar recurriendo a la violencia para frenar el procés en un adelanto de futuro que tiene partidarios en los dos bandos confiados en la vieja teoría de que cuánto peor, mejor para imponer las respectivas tesis. El lunes se sienta en el banquillo el expresident Mas y desde el gobierno catalán se ha marcado como punto de no retorno la posible inhabilitación de la presidenta del Parlament y es evidente que, si alguien no lo remedia, se acaban los tiempos de poesía o de terceras vías. El tiempo dirá si la macrorredada de ayer tiene relación con el calendario del procés o si las investigaciones han seguido su curso, pero es previsible que haya más operaciones del mismo estilo, que los aparatos del Estado aprovechen todas sus herramientas para desactivar el independentismo catalán y que la crispación vaya in crescendo. Frente a este panorama, la mayoría de ciudadanos catalanes querría que les preguntaran por su opinión sobre el proceso, que cualquier decisión se tomara con un amplio respaldo y garantías democráticas y sobre todo, que en ningún caso ni momento nadie recurriera a la violencia.

tracking