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El presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal echó ayer en el Congreso un jarro de agua fría al optimismo del Gobierno con la recuperación económica y dio un baño de realismo a contribuyentes y sobre todo futuros pensionistas anunciando algo que los afectados ya han empezado a vivir: las pensiones perderán un 7 por ciento del poder adquisitivo en el periodo que va de 2013 a 2022 y descartó que la situación pueda recuperarse con un mes de buena evolución del paro o por la creación de empleos precarios. Según sus proyecciones hasta el 2050 no se recuperará la tasa de ocupación del 67 por ciento que teníamos en el 2008 y teniendo en cuenta que la subida de pensiones tendrá que ajustarse a los mínimos previstos por el déficit que registra, la media de las pensiones en el 2030 será similar a la de 2013 con una media de 1.500 euros, mientras que la inflación habrá seguido creciendo en este periodo. Las culpas de todo siempre se las lleva la crisis, pero el responsable de la AIRF explicó a los diputados que también han existido errores en las proyecciones de demografía porque hay 700.000 jubilados más de los que se habían previsto por el retorno de emigrantes o bien por jubilaciones anticipadas. Y la evolución de las cuentas de la Seguridad Social ha sido sencillamente escandalosa porque hemos pasado de un superávit de 14.000 millones en 2008 a una previsión de déficit para el año que hemos acabado, el 2016, de 19.000 millones. Por si no fueran pocos estos 33.000 millones de desviación, hay que añadir que también se ha vaciado el fondo de reserva de la Seguridad Social, teóricamente intocable pero que los sucesivos gobiernos, primero del PSOE y ahora del PP, han utilizado para tapar agujeros. En el 2008 había en este fondo 66.815 millones de euros ahorrados para contingencias del sistema público de pensiones y ya han admitido desde el Gobierno que en diciembre de 2017 el fondo habrá quedado a cero si se siguen cubriendo las pagas extras con estos “ahorros”. Ahora, lógicamente reclaman soluciones que según los expertos tienen pocos caminos: o se reducen los gastos, excluyendo del sistema algunas pensiones, o se aumentan los ingresos con incremento de cotizaciones o por vía presupuestaria o bien se van reduciendo las cuantías de las pensiones. Los nuevos jubilados de este año ya han cobrado de media diez euros menos que quienes se jubilaron en 2005. Y es el principio.

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