EDITORIAL
Condena contra la impunidad
La petición fiscal de 19 años para Iñaki Urdangarin se ha quedado en una condena de 6 años y tres meses y la de la acusación particular de 8 años para Cristina de Borbón se ha quedado en absolución con imposición de una multa y, además, once de los 18 acusados han sido absueltos. Podría interpretarse que estamos ante una sentencia benigna, pero es significativo que los principales responsables de Nóos, Diego Torres e Iñaki Urdangarin y el exministro Matas, han sido condenados a penas de prisión efectivas, ocho, seis y tres respectivamente. Y es un hecho histórico que un familiar del Rey sea condenado a prisión y considerado culpable de nada menos que cuatro delitos: prevaricación, fraude a la administración pública, tráfico de influencias y dos contra la hacienda pública. Ya representó un hito en la justicia española que desmentía a los permanentes desconfiados del sistema que se sentaran en el banquillo la hermana y el cuñado del Rey y ahora esta condena representa un castigo a la impunidad con que la pareja había pretendido actuar en sus negocios y también un antídoto para quienes cuestionaban el funcionamiento de la justicia, dando pábulo a pactos y conspiraciones de todo tipo. Faltará el refrendo del ingreso en prisión de los condenados que ya reclamó ayer el fiscal a la vista de las penas, pero que debe ser confirmado por el tribunal la próxima semana. Y pese a la absolución, previsible porque la Fiscalía también la pedía, tampoco sale indemne Cristina de Borbón porque en la sentencia se la considera “responsable civil a título lucrativo” por haberse beneficiado de ganancias no declaradas fiscalmente. Y lo que es peor, el tribunal acepta las tesis de la defensa y como resaltaba ayer el juez instructor José Castro, “deja claro que da por bueno que la infanta Cristina era una mujer florero, que no se enteraba de nada”. Una estrategia que le ha podido servir para conseguir la absolución, pero que le inhabilita aún más para poder representar el país o incluso figurar en cualquier línea sucesoria. Pero por encima de todo, la sentencia debería tener un efecto catártico en el conjunto de la sociedad para acabar de una vez por todas con las diversas tramas de corrupción, que no hay impunidad para nadie y para certificar que aunque se tarden once años como es el caso, quien la hace la paga, aunque sea cuñado del Rey. Lo malo es que a los jueces aún les queda un ingente trabajo y mucho por limpiar.