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Las cifras a veces imponen y en este caso reflejan una realidad que tendría que hacer sonrojar a más de uno. España, en el último año y medio, debía haber acogido un total de 17.000 personas que se han visto obligadas a dejar sus hogares y buena parte de sus pertenencias para intentar asegurar la vida y la de los suyos lejos de zonas de conflictos bélicos. Pues bien, si el compromiso del Gobierno español con el resto de países de la Unión Europea comportaba dar asilo a 17.000 refugiados, repetimos la cifra para que quede clara, la cruda realidad señala que este beneficio solo lo han conseguido 744 o, lo que es lo mismo, menos del 5 por ciento del total previsto. Ante esta incapacidad resolutiva para intentar paliar una tragedia humana de proporciones históricas, no es de extrañar que decenas de miles de personas provenientes de toda Catalunya (entre ellas, cientos de leridanos) se manifestaran ayer en Barcelona para exigir una solución y dar una salida digna y una oportunidad para rehacer sus vidas a las miles de personas que malviven desde hace meses en campos sin las más mínimas condiciones y en un invierno especialmente crudo. Es ya una cuestión de dignidad que los dirigentes políticos de una sociedad como la europea, que presume de ser tolerante y de velar por los derechos humanos, den un paso firme adelante y se olviden de la burocracia para hacer caso a lo que demandan miles de ciudadanos de a pie: acabar con una vergüenza contra la que la sociedad civil está dispuesta a abrir las puertas de sus casas y ayudar en lo que sea para que estos refugiados puedan mirar al futuro con algo de optimismo, tal y como quedó ayer reflejado en la Ciudad Condal.

Porque hablamos de la inacción de la administración española pero la mayoría de países en teoría acogedores tampoco es que se esfuercen mucho más en mostrar su cara más solidaria. Así, y según los últimos datos presentados por la Comisión Europea a principios de mes, los 25 estados miembros con obligación de aplicar las cuotas comunitarias solo se han repartido el 7% de los 160.000 demandantes de asilo. Es pues de una urgencia absoluta hallar una solución porque depende de ella asegurar la vida de estas personas, pero también es imprescindible para que los europeos nos sintamos orgullosos de nuestros actos.

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