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Seis años después de su anuncio de alto el fuego permanente, la organización terrorista ETA ha anunciado su decisión de proceder a su desarme definitivo y la entrega de armas el próximo 8 de abril. Lo ha hecho de una forma peculiar, a través de unas declaraciones a Le Monde de Jean-Noël Etcheberry, uno de los detenidos el pasado mes de diciembre en Francia cuando iba a entregar un arsenal, y a falta de la declaración de la banda, todas las partes concedían credibilidad al anuncio, que pretende tener la seguridad de que se podrán entregar las armas y sellar los zulos sin ser perturbados por la policía francesa o española. Las armas serían recogidas por el gobierno francés y ETA pide que haya observadores imparciales para verificar el desarme, pero ya no exige que el proceso se haga a través de la llamada Comisión Internacional de Verificación, que no es reconocida por el gobierno español. Sea como fuere, lo importante es que ETA entregue las armas y desaparezca después de 50 años de atentados, 829 muertos y un clima de violencia que ha marcado la historia de Euskadi de los últimos lustros, y que el proceso de desarme sea efectivo y completo y no como la pantomima de hace tres años, en que ante las cámaras de la BBC se limitaron a entregar una mínima parte de su armamento. Es la confirmación de la derrota de ETA anunciada con su alto el fuego de 2011 después del paulatino desmantelamiento de sus comandos, de la continua pérdida de apoyos en la sociedad vasca y también de la apuesta de la izquierda abertzale por las vías democráticas, que les ha llevado a gobernar ayuntamientos tan importantes como el de San Sebastián. El intermediario aseguró que el desarme se completará el 8 de abril, antes de que empiece la campaña electoral francesa y también puede tener su importancia el temor a una posible victoria de Le Pen y el endurecimiento de las condiciones para los refugiados vascos y sería bueno que todas las partes colaboraran en el cierre de este negro capítulo de la historia más reciente. Desde Madrid, Rajoy asegura que no obtendrán nada a cambio del desarme y la disolución, mientras que desde Vitoria Urkullu promete hacer todo lo que esté en su mano, aunque admite que no todo depende de él y desde el entorno abertzale ya se plantea el acercamiento de los presos etarras al País Vasco. Pero lo primero ha de ser la entrega de todas las armas de ETA.

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