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Un local de ocio de la Zona Alta de Lleida ha saltado a la palestra y no por los combinados que presenta en su carta, ni por la música con la que anima a su clientela ni tampoco por su interiorismo. Lo ha hecho por una razón tan triste y vergonzosa como vetar la entrada, y en dos ocasiones, a un grupo de 14 chicos y chicas con síndrome de Down que, tras celebrar una fiesta de aniversario, querían acabar la noche divirtiéndose en un pub, al igual que hacen la mayoría de jóvenes. La excusa que dio el establecimiento para denegarles el acceso era que, la madrugada del sábado, acogía una celebración privada aunque en seguida quedó claro que era falsa puesto que uno de los tres monitores que acompañaban al grupo pudo entrar en el pub sin que le exigieran que presentara invitación alguna. Posteriormente, los responsables del establecimiento admitieron que les “molestaban” estos jóvenes puesto que acudían con demasiada frecuencia “y los clientes habituales se iban porque se sentían incómodos”. Pese a que en declaraciones a SEGRE los responsables del local reconocieron que habían adoptado una “decisión empresarial errónea” que rectificarán, a la vez que afirmaron haber pedido perdón a Down Lleida, lo cierto es que cuesta creer que algún cliente se hubiera sentido incomodado por la presencia de este grupo cuyos miembros en poco o nada se diferencian con el resto de jóvenes de su edad y si lo hacen quizá es porque incluso llegan a ser más amables, atentos y cariñosos.

Este caso flagrante de discriminación y de vulneración de los derechos de las personas con discapacidad intelectual, que encendió ayer las redes sociales, llegará a Fiscalía y a la Agència Catalana de Consum y es más que presumible que ambos estamentos emprendan medidas al respecto. Porque no es de recibo que después de que familias y entidades sociales encomiables como Down Lleida hayan luchado durante años para reconocer los derechos del colectivo y mejorar su calidad de vida, hasta el punto de normalizar su integración en el mundo laboral e incluso poder independizarse de sus familias, una decisión arbitraria como la del local de ocio de Lleida pueda hacer mella en la autoestima de las personas con síndrome de Down.

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