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Con las nuevas tecnologías han llegado ventajas evidentes en todos los ámbitos, desde el profesional al personal, pero también hay que acostumbrarse a la jungla en que se han convertido las redes sociales con barra libre para los insultos o las mentiras y también a la picaresca de los nuevos delincuentes que infectan de virus los ordenadores de empresas e incluso de instituciones con el fin de sabotearlos en algunos casos o de obtener provecho económico en otros. El último caso conocido es el del ayuntamiento de Rialp, que vio cómo sus ordenadores quedaban “secuestrados” por un virus que había llegado a través de un correo electrónico fraudulento y después se exigía un rescate para recuperar la información. Las copias de seguridad pudieron evitar el desastre y se confirma la necesidad de tenerlas en una red abierta a intromisiones, pero es evidente que la proliferación de virus y la destrucción de archivos pueden provocar problemas dramáticos en empresas e instituciones asaltadas. Las recomendaciones de los expertos son no abrir archivos o correos dudosos y proteger los ordenadores con sistemas antivirus, pero teniendo en cuenta que los hackers han conseguido desencriptar el sistema del Pentágono o influir en el voto electrónico, haremos bien en ponernos en guardia ante la posibilidad de ciberataques y de los perjuicios que puedan causar el envío de virus y esta nueva delincuencia que aprovecha las nuevas tecnologías y que en algunos casos incluso va por delante de la regulación legal y de los controles policiales.Pueblos sin oficina bancariaLa crisis bancaria, el posterior proceso de concentración y la reconversión de las cajas ha provocado que 127 de los 231 municipios de Lleida, el 55 por ciento del total, se hayan quedado sin ninguna sucursal de entidades financieras en su pueblo y tengan que desplazarse para cualquier trámite presencial. Los más afectados son las personas de más edad, que en muchas ocasiones no tienen la posibilidad de hacer los trámites por vía telemática y también tienen más dificultades para desplazarse. Los bancos miran por su negocio y olvidan lo que era un servicio.

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