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“El acoso escolar sigue siendo una lacra y solo vemos la punta del iceberg. Todos los agentes debemos ser conscientes de que existe y debemos unir esfuerzos para abordarlo”. Este contundente mensaje fue lanzado el sábado en la UdL en unas jornadas sobre el bullying a alumnos con altas capacidades, por la educadora y secretaria de la asociación No al Acoso Escolar, Carmen Cabestany.

Es importante en esta lucha el matiz de “todos los agentes”, porque debe ser una acción mancomunada entre los centros educativos, los compañeros y la familia. De esta manera, hay más garantías de éxito a la hora de detectar cualquier actitud agresiva, intencionada y repetida, que ocurre sin motivación evidente, adoptada por uno o más estudiantes contra otro u otros compañeros en estado de indefensión, y que puede ser en forma de maltrato físico o psicológico, agresión verbal, daño a las pertenencias o por exclusión, a las que en los últimos tiempos se ha añadido el ciberacoso a través plataformas como WhatsApp, que se dan mayoritariamente en el aula y en el patio de los centros escolares.

En las comarcas de Lleida se han dado en este curso al menos tres casos de alumnos que han tenido que cambiar de colegio tras denunciar sus familias que sufrían acoso, a pesar de que ya son varios los institutos de Lleida que han reforzado la lucha contra el acoso escolar impulsando unas tutorías entre alumnos mayores y alumnos más jóvenes para evitar que estas situaciones queden silenciadas.

Bien está que estos centros más sensibles con el problema hayan decidido motu proprio acometerlo, pero es necesario que esta lucha se extienda a todos los centros. Y en este sentido, habrá que confiar en que la práctica totalidad de colegios e institutos se adhieran al nuevo plan contra el bullying impulsado por la conselleria de Enseñanza, denominado #aquiproubullying, que prevé que el próximo curso se elabore el proyecto y se implante al siguiente.

Se trata de crear grupos de alumnos que se encargarán de detectar posibles situaciones de acoso en aquellos espacios informales a los que los adultos tienen poco acceso, como patios, gimnasios o grupos de WhatsApp. Vale la pena una toma general de conciencia sobre este problema que genera tanto sufrimiento a muchos menores.

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