EDITORIAL
Envejecimiento y despoblación
El aumento de la esperanza de vida, fundamentalmente por una mejor calidad en la alimentación, por los avances médicos que se han producido en las últimas décadas y la baja natalidad que se ha instalado en la mayoría de las sociedades avanzadas debido entre otras cosas a la crisis y a la irrupción de la mujer en el mercado laboral, hace años que está provocando un crecimiento acelerado del número de personas mayores. La consecuencia de la combinación de ambas realidades es un aumento del envejecimiento de la población.
Lleida no es ajena a esta situación y, tal como publicamos en la edición de hoy, la sufre especialmente ya que, por ejemplo, es la provincia de Catalunya más envejecida con un índice del 118% –por cada 100 menores de 16 años hay 118 mayores de 64, según el Instituto Nacional de Estadística–, seguida por Barcelona con un 113%, Tarragona con un 107% y Girona con un 102%.
Es una situación que preocupa y debe preocupar a todos porque esta tendencia se está mostrando imparable y porque, más allá del aspecto más extendido de si habrá cotizaciones suficientes para pagar las pensiones de los mayores, a la larga esta regresión demográfica producirá despoblación sobre todo en las localidades pequeñas y en las rurales.
En este sentido, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) planteó en un congreso sobre despoblación celebrado en Huesca a finales de junio 80 medidas para paliar este problema y la Unión Europea también estudia implantar algunas a partir de 2020.
Como el incremento de la natalidad parece una quimera tal como lo demuestran las encuestas censales, en beneficio del conjunto de la provincia no habrá que desdeñar las oportunidades que se presenten en forma de nuevos puestos de trabajo, como los 5.000 que anunció la semana pasada Carrefour que se crearían con la construcción y funcionamiento de su gran centro comercial en Lleida ciudad junto a la LL-11.
Porque en definitiva, un empleo fija a los ciudadanos en sus puntos de residencia, mejora su nivel de vida, y además seguramente atraería a jóvenes de fuera de la provincia en busca de trabajo, que de paso aliviarían los índices de envejecimiento. Lo cierto es que hay que empezar a pasar de las palabras a los hechos para revertir esta grave situación.