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“Mi decisión era no cesar a nadie, ni tenía motivos para ello” aseguró el President, Puigdemont, al explicar la crisis del gobierno con tres nuevos consellers y nuevo secretario del Consell Executiu, diez días después de destituir a otro conseller, el de Empresa, por haber expresado dudas sobre el referéndum del 1 de octubre. No quería cesar a nadie y hasta ha elogiado su trayectoria, pero formal y efectivamente han quedado destituidos y hay que preguntarse por las causas, y aunque la explicación oficial ha sido la misma que se utilizó con Artur Mas, “han dado un paso al lado”, es evidente que ha habido presiones del socio en Junts pel Sí, que había exigido un compromiso solidario en todos los actos de convocatoria del referéndum y también una decisión personal de los consellers cesantes. Significativamente, son los más moderados del gobierno, los que salen, con nombres tan destacados como el de Neus Munté, que en algún momento se había barajado incluso como posible candidata a la presidencia; Jordi Jané, que esta misma semana había participado en la Junta de Seguridad y aseguraba moderación al frente de los Mossos; la titular de Educación, Meritxell Ruiz, de la que dependía la cesión de los centros escolares para las votaciones, y el jurista del gobierno, Joan Vidal de Ciurana. Les sustituyen dos veteranos convergentes, abiertamente comprometidos con el independentismo, Jordi Turull y Joaquim Forn, y una catedrática procedente de la ANC, Clara Ponsatí, además del jurista Víctor Cullell, con un perfil más independentista que su predecesor. Todos los cesantes son del PDeCAT y el gesto puede interpretarse como que las dudas sobre el procés y los temores sobre el patrimonio personal están en la antigua Convergència y no en ERC, con una clara renovación del equipo heredado por Puigdemont en enero del año pasado y una latente división entre la vieja CDC y el nuevo PDeCAT. Esquerra sale indemne, aunque el vicepresidente Junqueras asumirá los preparativos del referéndum con el compromiso de que las decisiones, y las responsabilidades, serán colegiadas en un claro fortalecimiento de su posición. Tienen razón los que dicen que Puigdemont tiene derecho a formar su propio gobierno y a no seguir con el heredado, pero por mucho que se hable de cohesión y grupo compacto y comprometido, es evidente que la crisis llega en un momento inoportuno a dos meses y medio del 1-O y con muchos interrogantes.

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