EDITORIAL
Frutales arrancados
La decisión de un agricultor de Menàrguens de arrancar sus frutales antes de recoger la fruta porque está harto de perder dinero es una opción individual, de momento, pero es sintomática de la situación de un sector desmoralizado que ve como cada temporada se hace más complicado vivir de sus cosechas. Los sindicatos agrarios estiman que con las actuales cotizaciones pierden alrededor de diez céntimos por kilo con respecto a los costes de producción, cosecha, almacenamiento y comercialización. Pueden sobrevivir con sacrificios, buscando nuevas variedades o abriendo mercados, pero la sensación general es de desánimo y de pesimismo con respecto al futuro del sector. Ha habido protestas masivas contra la dictadura de las grandes comercializadoras que imponen sus precios y además tienen suministradores alternativos, y para el lunes hay anunciada otra movilización, pero desgraciadamente la respuesta de las administraciones, catalana, española y europea, es más que tibia con el agravante de que ya consideran habitual que el pagès esté emprenyat y eternamente descontento. Más allá del tópico estamos hablando del primer sector de la economía leridana y uno de los motores de la economía catalana que atraviesa una crisis endémica, que se ve obligado a trabajar con costes que superan los ingresos, que ve como en los lineales de muchos supermercados se potencia fruta de otras latitudes y se imponen precios de miseria a las exportaciones. Falta unidad en el sector, mejorar los canales de comercialización, pero también el apoyo de las administraciones porque el problema nos salpicará a todos: los payeses arrancarán los frutales o se dedicarán a otras actividades, comeremos fruta de peor calidad y el país se empobrecerá sin agricultura de proximidad.Turismo bienvenidoFrente a las críticas suscitadas en otras latitudes, en Lleida el turismo es muy bienvenido y los datos del primer semestre registran un aumento récord, con un 8,5% de visitantes más por el cambio de hábitos de las clases medias urbanas, que tras la crisis buscan el turismo de naturaleza que ofrece Lleida. Que dure.