EDITORIAL
Bomberos voluntarios y el territorio
Lleida es la única región de Emergencias de Catalunya que cuenta con más bomberos voluntarios que funcionarios, concretamente el doble de efectivos (592-268) y el triple de parques (23-8), dando una cobertura al territorio, sobre todo en la montaña, totalmente insuficiente con los efectivos profesionales actuales.
Solo por este motivo, todos los esfuerzos que haya hecho o vaya a hacer la Generalitat por mantenerlos es vital para la seguridad y la atención a los ciudadanos y cuesta de entender que un problema que se arrastra desde hace tiempo (hace dos años y medio ya presentaron su renuncia un total de 43 jefes de parque voluntarios reclamando mejores coberturas sanitarias e inversiones en las instalaciones), vuelva a enquistarse en pleno verano, con la alerta de incendios forestales en niveles máximos y con el Pirineo lleno de turistas.
Este martes, los bomberos voluntarios de El Pont de Suert cerraron el parque de L’Alta Ribagorça al comunicarles el departamento de Interior que tanto las guardias de día como las de noche del operativo las llevarían a cabo funcionarios y que, por tanto, el acuerdo al que habían llegado in extremis a primeros de julio de convertir el parque en mixto para las guardias quedaba en papel mojado.
La abnegación y el trabajo llevado a cabo durante tantos años por estas personas que, con retribuciones muy menores a las de los bomberos de la Generalitat, hacen unas labores de rescate, salvamento o extinción de incendios con la misma profesionalidad que los funcionarios merece un mejor trato. Además, en la mayoría de los parques sus condiciones laborales y de infraestructuras y materiales son más precarias que en los parques profesionales.
Resulta también contradictorio que desde la administración se hagan llamadas a las gestiones o explotaciones mixtas en este sector, y en muchos otros, y cuando se puede llevar a la práctica en ámbitos de solvencia contrastada como los bombreos voluntarios, no se hallen las vías para hacerlo posible.
Interior reaccionó este martes mismo y volvió a abrir el parque en pocas horas con los bomberos profesionales y es evidente que hace bien porque la primera obligación de toda administración es salvaguardar la seguridad y los servicios básicos a los ciudadanos, pero sería deseable también que se encuentre la fórmula para no relegar a estos centenares de voluntarios que durante décadas han funcionado bien y tanto han aportado a las comarcas de Lleida.