EDITORIAL
Catalunya centra la actividad política
Empieza el curso político en Catalunya con una nueva notificación judicial a la Mesa del Parlament y con la expectativa de tramitar la ley del Referéndum, que la cámara catalana pospuso ayer. Así, la ley que debe avalar y regular la consulta independentista comprometida por el Govern y la mayoría de JxSí y la CUP tendrá que esperar para preparar su inclusión en el pleno del 6 y 7 de setiembre.
Entre las posibilidades entra que se tramite en la Mesa ordinaria del próximo 22 de agosto, o bien que se reconvierta en un proyecto de Ley instado por el Govern. Pero otra posibilidad que apunta maneras es el Decreto Ley del Govern que entraría en vigor desde el momento en que el ejecutivo catalán la aprobara.
Al margen de las triquiñuelas legales o políticas que tanto el gobierno de la Generalitat como el central vayan utilizando hasta llegar al 1 de octubre, la realidad es que los próximos meses todas las miradas estarán puestas en Catalunya. El proceso catalán condicionará cualquier decisión del resto del Estado y de cómo actúen unos y otros dependerá en buena parte la solución al problema territorial planteado.
Parece claro que el PP prevé seguir en su línea de prohibir, impedir, advertir, inhabilitar... pero no dice nada de qué va a hacer el día 2 si finalmente la consulta se celebra. El PSOE propone la reforma constitucional para avanzar hacia un estado federal y el resto de partidos políticos representados en el Congreso deben contar al menos con PP o PSOE para cualquier reforma importante, que requiere el apoyo de al menos dos tercios de la Cámara Baja.
Por su parte, los grupos independentistas del Parlament tienen ya la mirada puesta en Europa, pese a las reiteradas negativas de la Comisión Europea de implicarse en este conflicto, ya que sus órganos de decisión lo califican como un asunto de orden interno del Estado español.
Lo único que está pues claro a día de hoy es que los ciudadanos tienen la última palabra: si el 11 de septiembre y el 1 de octubre son un éxito de participación y de movilización, y no se producen incidentes, ni España ni Europa podrán seguir mirando hacia otro lado.
Si fracasan estas convocatorias, la justa mayoría política que ahora ostenta el independentismo puede verse seriamente mermada. Meses intensos y sumamente delicados los que tenemos por delante y vitales para decidir el futuro de Catalunya y de todo el Estado español.