Amenazas preocupantes

El gobierno de Rajoy continúa empeñado en ser el mejor propagandista de la causa independentista en Catalunya y la última ocurrencia ha sido enviar al fiscal general del Estado a una emisora de radio para que deje abierta la posibilidad de pedir prisión para el President de la Generalitat por un supuesto delito de malversación y dando por supuesto que ya está incurriendo en otros delitos como desobediencia o prevaricación, e incluso podría ser acusado de sedición o rebelión si se pudiera probar su papel de aliento “en potenciales actuaciones tumultuarias o violentas en actos o manifestaciones prohibidas”. No obstante, el fiscal José Manuel Maza apela a la prudencia y asegura que por ahora y hasta la fecha, la Fiscalía no ha considerado necesario pedir prisión para el President, aunque “tendremos que ver en qué circunstancias se producen” los presuntos delitos en que incurra, recordando que “la posibilidad de pedir prisión para Puigdemont está abierta”. Aunque tras la petición del fiscal tiene que llegar la decisión del juez, que es quien tiene la última palabra, la amenaza está servida y tal y como están las cosas, si se ha lanzado a la opinión pública es porque hay intención de reclamarla y se está preparando el terreno. Desde un punto de vista jurídico, es absurdo que el fiscal reconozca que se han cometido delitos y no haya actuado “porque no lo hemos considerado oportuno” y políticamente es una aberración que se amenace con pedir el arresto del presidente de Catalunya. Las consecuencias podrían ser imprevisibles e irreparables. Prohibición estúpida El Lleida Esportiu ha utilizado la camiseta con los colores de la senyera en partidos oficiales de Liga, Copa y hasta en un partido de play off contra el filial del Real Madrid sin mayores problemas y para esta jornada había notificado a la Federación de Fútbol su intención de volver a utilizarla. Lo que no fue ningún problema hace cinco años, ahora lo ha sido porque hay convocado un referéndum el domingo. La Federación, con la colaboración del Saguntino, ha creado un problema donde no lo había y ha politizado una decisión que no iba más allá del gesto simbólico.