EDITORIAL
El legado de Tarradellas
Ayer, 23 de octubre, se cumplían 40 años del regreso del President Tarradellas después de 38 años de exilio y de que arropado por todos los líderes de los partidos catalanes simbolizara la recuperación de las instituciones catalanas y el autogobierno de Catalunya. Una fecha histórica que está teniendo una celebración triste porque esta misma semana Catalunya se enfrenta a una encrucijada también histórica que puede volver a marcar su futuro durante lustros. La primera hipótesis es que puede ver intervenido su autogobierno, suspendida su autonomía, anulada la capacidad de gobernar de quienes han sido elegidos por los catalanes y pasar a depender de un virreinato que desgraciadamente ha tenido precedentes en Catalunya. Es la aplicación del famoso artículo 155 en su aspecto más duro que sería una auténtica humillación para muchos catalanes y un desastre para el futuro, aunque desde el gobierno de Madrid y sus palmeros en su permanente inopia catalana consideren que puede ser la solución. Sería otro error histórico que profundizaría la brecha y que haría imposible cualquier forma de conllevancia. La segunda hipótesis es que Puigdemont, con el respaldo del Parlament, continúe adelante con la declaración unilateral de independencia y evidentemente también se abriría un escenario de confrontación porque Madrid lo consideraría, como ya lo ha hecho un quebranto del orden constitucional, y procedería a la destitución de los cargos públicos y la intervención de la autonomía. Evidentemente habría movilizaciones ciudadanas de protesta, casos de desobediencia civil y en las dos hipótesis es previsible una espiral que podría degenerar en violencia, pero de momento la Unión Europea está con Rajoy, que, siendo realistas, tiene el control de dos elementos esenciales en cualquier conflicto: la hacienda y la fuerza. Le queda a Puigdemont la movilización de la calle, pero tendrá que valorar si es suficiente para afrontar el reto y en caso contrario, antes que ver cómo Catalunya pierde su autonomía, le queda la opción de ser posibilista, de ceder en algo para preservar el bien superior, que evidentemente es el autogobierno. Sigue habiendo hipótesis intermedias y aquí podemos volver al modelo Tarradellas, porque han pasado 40 años, pero tuvo la habilidad de vender la entrevista con Suárez como un paso adelante a pesar de que había sido un desastre. Consiguió recuperar la autonomía, que llegó antes que la Constitución.