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El 24 de octubre de 1971 y todavía bajo la dictadura franquista, el músico de El Vendrell Pau Casals hizo una proclama catalanista ante la Asamblea General de las Naciones Unidas que pasó a la historia. El emotivo discurso del reconocido violonchelista, que entonces tenía 95 años, tuvo lugar durante la ceremonia en que se le otorgó la Medalla de la Paz de la ONU. Casals, en su mensaje desde el exilio, pidió la paz para España. El parlamento empezó con la proclama “I am a Catalan” (soy catalán), que sirvió para denunciar ante la comunidad internacional el clima de represión: “Catalunya es hoy una provincia de España. ¿Pero qué fue Catalunya? Catalunya fue la nación más grande del mundo. Os diré por qué. Catalunya tuvo el primer parlamento, mucho antes que Inglaterra...” Las reivindicaciones de Casals obtuvieron especial resonancia por su apelación a las libertades. Después del discurso, cogió el violonchelo para interpretar El cant dels ocells, que se había convertido en un símbolo de la resistencia catalana a la dictadura franquista. Casi 50 años después, Catalunya volvió ayer tozudamente a salir a las calles de Barcelona y a escuchar El cant del ocells, esta vez para pedir que buena parte del Gobierno catalán, elegido democráticamente en las urnas, sea liberado de la cárcel y pueda volver a su casa y para que los que están en Bruselas retornen sin ser detenidos en la frontera. También para que la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y el resto de miembros de la Mesa no se vieran ayer coaccionados por la Justicia hasta el punto de no asistir a una manifestación reclamando la libertad y el derecho a decidir por el que llevan tantos años luchando. Probablemente el independentismo haya cometido errores y es debatible si la mayoría parlamentaria que ostentaba hasta la suspensión de la Generalitat por el Estado español era o es suficiente para proclamar la independencia, pero lo que ayer quedó nueva y nítidamente claro es que la voluntad de ser de este pueblo no puede ni debe ser acallada con la cárcel ni con amenazas jurídicas o económicas. La política, el debate, la negociación y el diálogo son la única forma en que la Catalunya, la España y la Europa actuales deben afrontar las diferentes sensibilidades de este país tan transversal y darle una solución democrática y pacífica. Y en esta tarea debemos implicarnos todos.

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