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En cuarenta años de elecciones democráticas en España no se han planteado dudas sobre la transparencia y la limpieza del escrutinio ni en las generales, ni en las autonómicas, ni en las municipales y nunca se han cuestionado los resultados. Hubo quejas en algunos casos, tanto en elecciones españolas como en catalanas, por la lentitud del escrutinio o por la tardanza en notificarse algún resultado, pero hay que destacar que se ha ido mejorando en rapidez y fiabilidad y que en las últimas elecciones se han conocido los resultados con una celeridad envidiada por otros países democráticos. No hay posibilidades de manipulación porque el escrutinio, según la ley orgánica del régimen electoral que rige en España y también en Catalunya porque el Parlament no logró el consenso necesario para elaborar una normativa propia, se hace de forma manual y física, a cargo de los miembros de las mesas electorales, supervisado por funcionarios públicos y con presencia de interventores de los partidos que así lo deseen. Así ha sido hasta ahora y así será también el 21-D y sorprende que desde filas soberanistas se cuestione la limpieza y transparencia de un proceso que será el mismo que les dio la victoria el 27-S de 2015. Evidentemente, ERC está en su derecho de designar todos los interventores que considere necesarios como puede hacer en todas las elecciones, pero no debería sembrar dudas sobre un proceso en el que tiene participación directa porque los interventores designados por cada partido firman junto a presidentes y vocales las actas que luego son trasladadas en papel a los juzgados para ser procesados los datos por las juntas electorales provinciales. Es decir, hay un soporte físico, al margen del tratamiento informático de los datos que seguirá haciendo la empresa Indra como en otros comicios, por lo que el fraude es descartable salvo sabotaje y connivencia de los miembros de las mesas y todos los interventores, algo que parece imposible. En consecuencia, alentar la idea del pucherazo solo puede obedecer a ponerse la venda antes de la herida o insistir en el repetido mantra de que en España no hay democracia, pese a que no ha habido problemas en ninguna elección. Otra cuestión es que pueda haber ataques informáticos a la web que informa de los resultados provisionales y que se intente generar caos como ha sucedido en otras elecciones europeas, pero es algo que no afectaría al escrutinio oficial.

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