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Los organismos internacionales que tan inútiles se mostraron a la hora de prevenir la crisis económica y proponer medidas para superarla continúan intentando sentar cátedra, siempre de aires neoliberales, y lo peor es que en demasiadas ocasiones consiguen que les hagan caso los gobiernos. Ayer se divulgó el último de estos informes, el de la OCDE, que viene a decir que España arriesga el futuro de las pensiones por ser demasiado generosa. Semejante afirmación después de que hayamos visto cómo el Gobierno agotaba definitivamente el pasado viernes el fondo de reserva de la Seguridad Social y hasta el préstamo concedido con cargo a presupuestos para atender la paga extraordinaria de los jubilados, descalifica a sus autores, porque si algo no son las pensiones en España es precisamente generosas. Que se lo cuenten a los perceptores de las pensiones mínimas que tienen que sobrevivir con 605 euros al mes si no tienen cónyuge a su cargo o con 786 en caso de tener cónyuge y que nos digan dónde está la generosidad cuando la pensión media en España es de 924 euros. Sí que es verdad que ha aumentado la esperanza de vida y que la población española es de las más envejecidas, la segunda después de Japón en 2050, con 76 personas con más de 65 años por cada cien entre 24 y 64 años, en edad de trabajar, pero de esto no tienen culpa los jubilados, sino las políticas familiares de los gobiernos y la falta de previsión para atender la presión del envejecimiento a la sostenibilidad financiera de las pensiones y la adecuación de los ingresos y los gastos. Además, si un colectivo ha padecido los embates de la crisis es el de los pensionistas, que han visto cómo se reducía su ya menguada capacidad adquisitiva en cuatro puntos en los últimos siete años con un incremento de las pensiones de cinco puntos frente a los nueve de la inflación, un panorama que se mantendrá para el año que viene con una revalorización que seguirá por debajo del índice de precios al consumo y unas previsiones aún más pesimistas que hablan de una pérdida que puede llegar al 30 por ciento para quienes se jubilen este año. No es un panorama halagüeño, pero no se puede hablar de pensiones generosas para justificar las medidas que volverán a propugnar: retraso en la edad de jubilación, ampliar las bases de cálculo de la pensión a toda la vida laboral, rebajar las pensiones o incentivar fondos privados. Trabajar más y cobrar menos.

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