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Las redes sociales se han convertido en una jungla que aún se hace más incontrolable en periodos electorales y en la que se pueden encontrar amenazas de todo tipo a los políticos o simplemente a quien discrepa del posicionamiento del autor, noticias con visos de credibilidad que acaban resultando falsas, fotos manipuladas para refrendar un posicionamiento o simplemente insultos, que dejan corta la definición de Umberto Eco de borrachos en un bar. En las últimas horas hemos visto cómo unos individuos difundían un vídeo en el que subidos a un tanque militar amenazaban a Puigdemont y Pablo Iglesias, hemos leído cómo un profesor universitario hacía comentarios homófobos contra Miquel Iceta, cómo un actor llamaba “mala puta” a la candidata de Ciudadanos o cómo se propagaban bulos y noticias falsas sobre manipulaciones en el censo que se añaden a otros previos sobre un supuesto pucherazo en las elecciones del 21-D. Todo esto y mucho más en pocas horas, y desgraciadamente aún queda mucho por ver, oír y desmentir, que dejan muchas preguntas en el aire. Con respecto al vídeo de los tanques que ayer se convirtió en viral habrá que reclamar explicaciones sobre la utilización de material militar, y aunque sean civiles sus protagonistas, parece evidente que se grabó en una instalación militar y con vehículos del Ejército y que no deberían estar al servicio de semejantes manipulaciones. Sobre los tuits insultantes, a la vista de que resulta estéril reclamar respeto, tolerancia y educación, sí que habría que homologar criterios de forma ya que algunos mensajes han acabado en condenas de cárcel, mientras que otros tan insultantes como los castigados son jaleados y sus autores aplaudidos en foros públicos. Más grave aún es la propagación de noticias falsas sobre supuestos pucherazos que se repiten un día sí y otro también, mezclando cuestiones como el envío de tarjetas censales con el escrutinio o con el papel de la empresa informática contratada, que es la misma que en procesos anteriores sin que nadie haya cuestionado su limpieza, y utilizando como autores del bulo a personas conocidas que han desmentido el mensaje. ¿A qué obedece este interés en cuestionar el proceso de escrutinio de los votos cuando es el mismo que ha dado la victoria a partidos tan diferentes como el PP, el PSOE o Junts pel Sí? Lo peor es que los fakes se propagan como el viento y los desmentidos no.

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