EDITORIAL
Las carreteras más peligrosas
Quienes las padecemos ya somos conscientes de la peligrosidad de buena parte de las carreteras de Lleida, pero ha sido un informe independiente elaborado por los clubes europeos que participan en la Federación Internacional del Automóvil, con la presencia del RACC, quien ha certificado esta evidencia colocando la N-230 y la N-260 entre las carreteras más peligrosas de España. Las vías leridanas encabezan, junto a las vecinas de Huesca, el ranking de más riesgo de accidentabilidad con un 37 por ciento de tramos carreteros incluidos entre los de riesgo elevado o muy elevado. En el caso del pomposamente bautizado como Eix Pirinenc, que tenía que convertirse en una vía de comunicación transversal rápida y segura, hay nada menos que 264 kilómetros en las provincias de Girona, Lleida y Huesca considerados como peligrosos y en la N-230 son 121 los kilómetros considerados de elevado riesgo. Lo peor es que la situación se arrastra desde hace años sin que se adopten medidas para mejorar sus condiciones y en la práctica cada año aumenta el riesgo de accidentabilidad y como es consecuencia lógica, no se logra reducir el número de fallecidos en siniestros de tráfico como marcaron las directivas comunitarias que exigían una reducción de accidentabilidad del 50 por ciento para el 2020 con respecto al 2010. Llevamos años sin inversiones importantes en estos ejes carreteros y solo con promesas ni se mejoran las condiciones, ni desgraciadamente tampoco se reduce la mortalidad. Y a este paso cada año será peor. Menos crecimientoSe ha destacado el impacto del procés en la situación económica catalana con marcha de empresas y freno de inversiones, pero como no podía ser de otra manera las consecuencias también afectan a la economía española y el Banco de España rebajó ayer las previsiones de crecimiento para 2018 y 2019 y las atribuye a la incertidumbre en Catalunya. Advierte que se puede frenar el consumo y la demanda interna y que cuanto mayor sea la tensión, más impacto tendrá. Algo evidente que conviene recordar porque si Catalunya se empobrece, también pierde España.