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Que las redes sociales las carga el diablo queda en evidencia día sí y día también, especialmente en esta época de turbulencias políticas y más si cabe en campaña electoral. Como explicábamos ayer en un reportaje, todo vale para desprestigiar al contrario y para intentar arrancar un puñado de votos, aunque sea a costa de algo tan sagrado como es la verdad. Pero si el panorama está así en el ámbito político, no es más halagüeño en la vida de los ciudadanos de a pie y en especial de los más jóvenes que, a su vez, son los que más utilizan las redes sociales. Así, ayer también informábamos que, según la encuesta de convivencia escolar y seguridad de Catalunya, tres de cada diez chicas estudiantes admiten que han sido víctimas de la violencia machista a través del móvil o las redes sociales; una de cada cuatro afirma haber sufrido algún episodio de maltrato por las mismas vías, y el 7,3% asegura sentirse víctima de ciberacoso. Igual de terribles son los datos que apuntan que el 15 por ciento de las alumnas encuestadas dicen haber recibido peticiones para enviar fotos suyas posando desnudas y, en un porcentaje similar, comentarios no deseados de carácter sexual. No podemos obviar que la tecnología de la que ahora disponemos en un móvil y las redes sociales han supuesto cambios revolucionarios que, teóricamente, nos hacen más fácil el día a día. Pero los riesgos y peligros que entrañan nos deben hacer reflexionar sobre los límites de su uso, especialmente entre los más jóvenes y, por tanto, menos maduros y más vulnerables. Muchos dirán que es un tema que debe debatirse en las aulas, y es cierto, pero es en el seno del hogar donde se debe implantar la semilla de la prevención.

SOS de los fruticultores

Si el campo languidece, el resto de sectores productivos padecerán, y mucho, las consecuencias. Es por esto que la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, debe atender la llamada de los fruticultores que reclaman medidas urgentes y un plan estratégico estructural para evitar el cierre de más explotaciones agrarias, que ya se han reducido en un 2,1% en los últimos cuatro años.

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