SEGRE

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El debate del grup SEGRE que como es tradicional cierra la campaña electoral marcó ayer la tendencia de los últimos días con una alta participación garantizada pero con mucho indeciso en el aire y los candidatos enfrascados en arañar partidarios entre las candidaturas afines. Era un debate difícil por la situación del país, por la polarización de las posturas y porque es complicado mantener los turnos entre siete candidatos, pero el pulso y la experiencia del moderador ayudó a que el debate fuera clarificador, que todos pudieran exponer sus posturas, que se mantuviera la cordialidad pese a las discrepancias y que no se solaparan las intervenciones como ha sucedido en otros debates de esta campaña. Quedó clara la existencia de dos bloques, el independentista y el constitucionalista con la candidata de Catalunya en Comú intentando precisamente desbloquear la situación y apostar por alianzas progresistas y catalanistas, con poca respuesta por parte de los aludidos, que mostraron otras prioridades. Pero mientras en el bloque independentista funcionó un implícito pacto de no-agresión, especialmente visible entre los hasta ahora compañeros de grupo en Junts pel Sí que ahora encabezan las listas de Junts per Catalunya y Esquerra que hasta obviaron sus diferencias sobre el consorcio sanitario, sobre el canal Segarra-Garrigues, o sobre quién debe presidir la futura Generalitat, en el bloque constitucionalista sí hubo ataques cruzados en busca del voto indeciso hasta el extremo de que el candidato socialista llegó a pedir a algunos de sus interlocutores que no se equivocaran de adversario, e incluso los candidatos de PP y Cs rivalizaron en criticar el adoctrinamiento escolar, la marcha de empresas o la supuesta necesidad del 155. No hubo, como no lo ha habido en toda la campaña, debate sobre programas y todos menos la CUP o Catalunya en Comú se atribuían los méritos del Segarra-Garrigues o las ventajas de la PAC, pero sin propuestas concretas, aunque las diferencias quedaron meridianamente claras porque todos los candidatos se ajustaron al argumentario hasta el punto de que algunas frases recordaban a las pronunciadas en otros debates por los candidatos de otras circunscripciones. Dicen los expertos que en los debates no se ganan campañas, pero sí pueden perderse y los candidatos de Lleida se esforzaron en no perder y sobre todo convencer a los indecisos que quedan en cada bloque.

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