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Los mapas electorales que han dejado las elecciones del 21 de diciembre darán para unas cuantas clases de Sociología. Si se abre plano y se muestra solo el color que ha ganado en votos y escaños, Catalunya se tiñe de naranja. En cuanto se enfoca por provincias, acaba la uniformidad. Ciudadanos ganó en Barcelona y en Tarragona, pero en Girona y en Lleida, Junts per Catalunya, la lista de Carles Puigdemont, se impone. Si se precisa un poco más y se pintan las comarcas, más colores. En Lleida, JxCat hereda la hegemonía de la antigua CiU, con dos excepciones: Aran, feudo de Ciudadanos, y la Alta Ribagorça, donde Esquerra Republicana ha arrasado. En la otra punta de Catalunya, en Terres del Ebre, el amarillo de Esquerra es el color predominante. En cambio, en la Costa Daurada y lo que un día fue el cinturón rojo de Barcelona, ganó Ciudadanos. Pero lo más revelador es detenerse en el mapa municipal (están todos colgados en SEGRE.com). Superadas las dos Españas de la Guerra Civil, se hace evidente que hay dos Catalunyes. Y no nos referimos a la supuesta fractura política del procés, sinó a un problema mucho más profundo y con implicaciones que van más allá de la política: el desequilibrio territorial. Al más puro estilo americano, nada tiene que ver el voto en la Catalunya rural que en las zonas más pobladas del país, donde se ha impuesto Ciudadanos, Lleida capital incluida. Hasta tenemos nuestro propio Ohio. Desde 1980, la formación que gana en Fogars de la Selva es la que se impone a nivel catalán. Y sí, el 21 de diciembre en esta población de Girona que no llega a los 1.500 habitantes ganó Cs, JxCat fue la segunda fuerza y ERC, tercera. Anécdotas a parte, una de las muchas lecturas que pueden hacerse de las elecciones es que ni la Catalunya metropolitana puede darle la espalda a la interior, ni Lleida puede olvidarse del inmenso territorio del que es capital. El centralismo se paga caro. El PP puede dar fe de ello. Descabezar al independentismo para gobernar Catalunya desde Madrid en virtud de la aplicación del 155 le ha costado quedarse con tan solo tres diputados en el Parlament. Hasta la cabeza de lista por Lleida, Marisa Xandri, reconocía ayer que la contundente derrota de los populares se debía a las ya célebres tres cifras. Las dos Catalunyes deberán encontrarse. Como los dos bloques. Y buscar consensos para hacer realidad un referéndum pactado.

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