EDITORIAL
Una economía low cost
El presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy, afirmó el viernes que el 2017 ha sido “un año ganado para la recuperación económica y social” y que la única sombra para la buena marcha económica es la inestabilidad política en Catalunya. Lo dijo después de que el Consejo de Ministros aprobara una subida de las pensiones del 0,25% para 2018, justo el mismo día que se hizo público que la inflación ha cerrado 2017 con un aumento del 1,2%. Es decir, que los pensionistas volverán a perder poder adquisitivo al igual que ha sucedido en los últimos cuatro años. Es una muestra más de la distancia que hay entre el día a día de la mayoría de los ciudadanos y el discurso de los que gobiernan. Es cierto que los datos macroeconómicos evolucionan positivamente, que lo peor de la crisis ha pasado y que se ha creado empleo, por lo que el paro ha bajado. Pero también lo es que buena parte de los nuevos empleos son precarios y tan mal pagados que a veces no permiten ni llegar a final de mes, que muchas empresas han sobrevivido a la crisis ajustando los costes laborales y que el nivel de pobreza, tanto en Catalunya (donde ronda el 20 por ciento, es decir, afecta a una de cada 5 personas) como en el conjunto del Estado es sencillamente inaceptable. Otro dato que ilustra esta situación es la evolución de la inflación y del salario medio en Lleida a lo largo de los últimos años, que evidencia que los empleados han perdido 12 puntos de poder adquisitivo desde 2008, cuando estalló la crisis económica.
Y lo peor es que de momento no hay visos de que esta situación vaya a cambiar a mejor. Así, a pesar de que la mayoría de tarifas y tasas se mantendrán congeladas, el nuevo año comenzará con una subida del 6,6% en el precio del gas, mientras que la electricidad ha aumentado más de un 4% en este mes de diciembre y no hay nada que haga pensar que el próximo año se invertirá la fuerte tendencia al alza iniciada hace más de una década. Solo estas subidas bastan para absorber lo que puedan ganar los beneficiados por la subida del 4% del salario mínimo. Así pues, todo parece apuntar que en 2018 seguirá consolidándose un modelo económico low cost, cuyo crecimiento se basa en un empleo precario y salarios bajos que hace que para muchas familias sea muy complicado llegar a final de mes.