EDITORIAL
Huelga en Andorra
Al día siguiente de celebrar los 25 años de su Constitución, Andorra vivió su primera huelga desde que en 1933 pararon los trabajadores de las Fuerzas Hidroeléctricas de Andorra. Y prueba de la excepcionalidad de la protesta es que no está desarrollado ningún reglamento del derecho a la huelga que sí se reconoce en la norma constitucional y que la fijación de los servicios mínimos ha generado una intensa polémica entre gobierno y sindicatos. La huelga de los trabajadores de la función pública, que se prolonga hoy, es para protestar contra el proyecto del gobierno Martí para reformar la ley de la función pública con la que discrepan los sindicatos que reclaman como innegociables las 35 horas semanales y el cien por cien de cobertura en caso de baja por enfermedad. Y como sucede en todas las huelgas, hubo disparidad a la hora de evaluar el seguimiento porque el gobierno lo redujo a un 28 por ciento, mientras que para los sindicatos fue un éxito especialmente en la enseñanza y en la movilidad, porque la huelga de celo que convocaron simultáneamente los funcionarios de aduanas se tradujo en importantes colas en las aduanas con España y Francia. Es un paso importante para los trabajadores el ejercicio de un derecho universal, pero debe mantenerse la negociación para llegar a un acuerdo durante la tramitación de la ley, aunque de momento esta huelga en Andorra es también un signo de normalización democrática del país. Tolerancia cero Los trabajadores de la sanidad pública sufrieron durante el año pasado 81 agresiones de pacientes o familiares, y en la gran mayoría de los casos, un 84 por ciento fueron mujeres las que padecieron las agresiones físicas a o verbales, dato atribuible a la feminización del sector, donde el 72 por ciento de los trabajadores son mujeres. Aunque la proporción de agresiones sea baja teniendo en cuenta que cada día pasan dos mil personas por el Arnau y hay dos millones de consultas al año, todas son censurables y no debería registrarse ni una. Nada puede justificar una agresión a quien intenta ayudarnos a recuperar nuestra salud o la de un familiar.