EDITORIAL
Diálogo de forma inmediata
El Síndic de Greuges de Catalunya, Rafael Ribó, fue el encargado de cerrar ayer el pleno del Parlament en una comparecencia en la que presentó su informe sobre el referéndum del 1-O, en el que “hubo regresiones de derechos democráticos de reunión y expresión”. Además, a su juicio, “la actuación de la Fiscalía fue absolutamente desproporcionada y concluyó en una decisión inconstitucional del TSJC cuando ordenó cómo se debían coordinar los servicios policiales el 1-O”. En este sentido, Ribó reprochó que “el Tribunal Constitucional hiciera del referéndum un delito cuando las Cortes Generales despenalizaron en su momento la convocatoria de referéndums”, en referencia a la ley orgánica de despenalización de referendos aprobada en el Congreso el año 2005. Una norma que el Síndic citó textualmente: “No puede haber ninguna limitación en la libertad de expresión de los representantes políticos y los cargos electos.” El defensor del pueblo catalán se sumó así al llamamiento al diálogo entre todas las partes del conflicto catalán que vienen haciendo desde hace días organismos internacionales y opinadores tan prestigiosos como los editoriales del Der Spiegel alemán o el New York Times, ayer mismo. El diálogo es necesario, no hay otra salida, ni la unilateral ni la penal, como bien dijo el mismo Síndic. Cabe recordar que todos los gobiernos españoles, de todos los colores, dialogaron con gente que llevaba armas, ponía bombas y asesinaba. “¿De verdad que no se puede dialogar ahora? ¿Hay alguna forma comprensible de entenderlo?”, se lamentó Rafael Ribó. A sus palabras, a las de los dos prestigiosos periódicos citados y a las de buena parte de los representantes del Parlament de Catalunya, nos sumamos humildemente desde esta tribuna, porque está muy claro, no nos cansaremos de repetirlo, que ni las cárceles ni las amenazas ni las porras acabarán con la voluntad de ser de más de dos millones de catalanes. Y es evidente que la otra mitad de ciudadanos de este país quieren también volver a la normalidad y progreso cotidiano que siempre han acompañado a Catalunya. Para que esta entente sea posible todos han de poner de su parte y habrá que hacer concesiones, pero lo que no puede seguir ni un momento más es la cerrazón del Gobierno del PP de negar que las divergencias, por graves que sean, deben resolverse votando, que es el máximo exponente de la democracia.