EDITORIAL
Los datos económicos
Los peores augurios económicos que se lanzaron en octubre sobre los efectos derivados de conflicto político en Catalunya no se han cumplido. Al contrario, la mayoría de quienes los hicieron han reconocido ahora que se pasaron de pesimismo. El Banco de España, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) e incluso el propio Gobierno reconocen que el impacto de la tensión política no ha sido tan importante para el crecimiento económico. Los tres han revisado al alza sus previsiones de crecimiento para la economía española para 2018, hasta el 2,7%. La AIReF incluso considera que podría llegar al 3%. Pero que no haya sido tan doloroso no significa que no haya tenido ningún impacto. Al menos no lo considera así la AIReF, que esta semana ha publicado un análisis de monitorización de la economía catalana y que constata que, aunque a nivel estatal el procés no ha frenado la economía general sí hay efectos en el análisis de Catalunya, que podría perder el liderazgo en sectores en los que tradicionalmente ha sido el motor de toda España si la crispación se alarga. Las conclusiones de estos datos macroeconómicos dan argumentos tanto a los que defienden que el soberanismo no daña los sectores industriales, de innovación y de servicios, pero también a los que recalcan que, de durar mucho el conflicto, la economía se resentirá y mucho. Sea como sea, ambos bandos están de acuerdo también en que ha llegado la hora de buscar soluciones políticas para volver a la normalidad. Tradiciones y protagonismo femenino Del mismo modo que las mujeres reclaman la igualdad en todos los ámbitos –económico, cultural, político y social–, es lógico que demanden superar los roles discriminatorios que les han asignado en las tradiciones culturales o religiosas, sean las bajadas de fallas del Pirineo, las cofradías de Semana Santa o las de Sant Sebastià y cónclaves gastronómicos o deportivos varios. La discriminación sutil de muchas de las tradiciones que seguimos sin darles más importancia suponen también techos de cristal a romper para ejemplo de las nuevas generaciones.