EDITORIAL
Bofetada al Supremo
Mientras la justicia española sigue ampliando la lista de imputados con el mayor Trapero y la cúpula de los Mossos, la justicia de otros países europeos como Alemania o Bélgica matiza las tremendistas calificaciones del juez Llarena y dejan en libertad a Carles Puigdemont en el primer caso y a los exconsellers Serret, Puig y Comín en el segundo. Especialmente significativa es la resolución de la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein que ha dejado en libertad con fianza de 75.000 euros a Puigdemont y rectifica claramente las tesis del juez del Supremo Pablo Llarena, al entender que “es inadmisible la imputación del delito de rebelión” y por motivos jurídicos no puede aceptarse la extradición por este delito que no existe en Alemania y tampoco por el equiparable en su legislación, el de alta traición por la contundente razón de que no se cumple el requisito de violencia y remitiéndose a la jurisprudencia federal considera que no es el caso de que se haya ejercido presión sobre el órgano constitucional para doblegar su voluntad. Puigdemont queda en libertad bajo fianza y a la espera de que el tribunal se pronuncie sobre los otros dos delitos de los que es acusado, malversación de fondos públicos o el equivalente alemán de corrupción y desobediencia, que parecen admisibles desde el principio pero son delitos menores que reducen el riesgo de fuga y requieren medidas menos drásticas, según la nota del tribunal alemán. Pero lo significativo es que Alemania descarta la extradición por rebelión, que podía comportar una condena de 30 años de cárcel, y corrobora lo sostenido desde el principio: no hubo violencia en el proceso que llevó a la declaración de independencia y coloca en una difícil situación al Tribunal Supremo que tiene encarcelados a nueve dirigentes catalanes a los que acusa de rebelión. Parece difícil que pueda probar en primer lugar que hubiera un “alzamiento público y violento”, que es como está tipificado el delito de rebelión en España y en segundo que fueran responsables los encarcelados. De momento, la justicia alemana no ha visto violencia y puede darse la paradoja de que el Supremo tenga que pedir menos pena para Puigdemont, que era el presidente, que para el resto de imputados y ya han hecho un papelón
quienes especulaban con que la detención en Alemania era una hábil maniobra para conseguir la extradición en base a la mayor dureza de los jueces alemanes. Igual que Llarena.