EDITORIAL
Terreno inestable
La climatología que hemos padecido esta primavera con un fuerte periodo de lluvias, después de un invierno frío y con mucha nieve y de un largo periodo de sequía se ha traducido en un aumento de la inestabilidad del terreno, especialmente en las comarcas del Prepirineo con fuerte riesgo de desprendimientos de piedras e incluso de deslizamientos de parte de una sierra como ha sucedido en la tragedia de Castell de Mur, donde un matrimonio con su coche quedó sepultado bajo toneladas de roca y tierra. Los geólogos reconocen que no hay riesgo cero y menos en estas zonas con capas de rocas calcáreas y arcillas, que primero pueden agrietarse por el efecto de la nieve y el hielo y después provocar deslizamientos de toda una capa como fue el caso a consecuencia de las fuertes lluvias. Son fenómenos imprevisibles y lamentablemente la avalancha coincidió con el paso de un coche en una carretera con poco tráfico y la desgracia que se evitó hace unas semanas al caer una piedra en la N-230 en el asiento del copiloto que estaba vacío se produjo el lunes en Castell de Mur. Porque estamos ante un riesgo que se repite en todas las carreteras y caminos del Prepirineo y la lista de desprendimientos de estos últimos días es larguísima y además del de Castell de Mur, hay que reseñar incidentes afortunadamente menores y sin víctimas personales en Abella de la Conca, Sarroca de Bellera o Rialp estos últimos días, en Baronía de Rialb, Coll de Nargó y los accesos de Tuixent el fin de semana y en la N-230 antes de llegar a El Pont de Suert y la C-14 en días atrás. En una franja similar en Aragón, también se ha registrado el hundimiento de la carretera de Monrepós, en la comunicación directa entre Huesca, Sabiñánigo y Jaca o desprendimientos en la vía alternativa por el puerto de Santa Bárbara o en los accesos al Valle de Benasque y los expertos advierten que el riesgo puede mantenerse durante los próximos días porque el terreno sigue inestable y no se ha asentado. Frente a estas eventualidades no hay soluciones mágicas porque son imprevisibles y en algunos casos se ha demostrado que las redes pueden frenar el desprendimiento de piedras, pero no avalanchas grandes que arrancan a más altura y acaban rompiendo las mallas, solo cabe recomendar la máxima prudencia, extremar la vigilancia para cortar o desviar el tráfico y planificar catas periódicas para comprobar el asentamiento del terreno.