SEGRE

Creado:

Actualizado:

Si ya fue lamentable la intervención policial el pasado sábado para requisar camisetas o bufandas amarillas a los aficionados barcelonistas a la entrada de la final de Copa, más patética ha sido la respuesta gubernamental para intentar justificarla. Primero diluyeron responsabilidades diciendo que el dispositivo se había pactado con los dos clubes, extremo desmentido rotundamente por el FC Barcelona, luego se ampararon en la comisión antiviolencia o en la Federación de Fútbol hasta que el mismo delegado del equipo anfitrión precisara que se sorprendió por las medidas tomadas que no tenían precedente en el campo del Atlético de Madrid. Y ayer fue el ministro de Interior quien tuvo que comparecer ante el Senado para responder sobre el tema y volvió a hacer el ridículo asegurando que “no hubo instrucciones especiales, ni órdenes extraordinarias para decomisar prendas amarillas”. Luego se contradijo a sí mismo y a la evidencia de las imágenes explicando que “el problema no es la camiseta amarilla, sino los lemas que llevan porque contenían lemas políticos”, demostrando que no tiene ni idea de lo que es la libertad de expresión y la posibilidad de decir lo que uno piensa y la obligación de todos de respetarla por muy diferente que sea. Si un ministro no entiende esto, solo le queda la dimisión. Primero por ignorante y luego por torpe, después de haber hecho un ridículo internacional por 199 camisetas que dice que se incautaron. Vuelta al plan inicial Con la delegación del voto del diputado Comín, la mayoría soberanista ya no necesita el apoyo de la CUP para una hipotética investidura en segunda vuelta, pero el problema ahora es que su candidato, Carles Puigdemont, está en Berlín y no puede defender presencialmente su programa, según dictamen de los letrados y del Constitucional. La alternativa barajada es reformar la ley de presidencia que se debate la semana que viene y permitiría esta investidura a distancia, pero es evidente que el recurso del gobierno de Rajoy será automático e impedirá cualquier investidura de Puigdemont. Es el plan inicial, pero no parece que pueda prosperar.

tracking