EDITORIAL
La negociación vasca
El Partido Nacionalista Vasco se había comprometido por activa y por pasiva a no apoyar los presupuestos del gobierno Rajoy mientras estuviera vigente el artículo 155. La generosidad del proyecto presupuestario del PP con el País Vasco, la comunidad mejor tratada después de haber negociado un cupo más que favorable, ya ablandó la solidaridad del PNV con Catalunya, pero a Rajoy le urge aprobar los presupuestos estatales para dar imagen de estabilidad y al PNV también para desbloquear inversiones. Quedaba el obstáculo del 155, que va ligado a la investidura en el Parlament del presidente de Catalunya pero los vascos han vuelto a demostrar su habilidad negociadora y ayer tras una reunión en la Moncloa “valoraban muy positivamente las declaraciones del presidente Rajoy al hablar de un próximo desbloqueo del 155” y su disposición al diálogo para empezar un nuevo tiempo. Han pactado un aumento de las pensiones del 1,6 por ciento para 2018 y a cambio se comprometen a no apoyar las enmiendas a la totalidad a los presupuestos que se votan hoy, con lo cual el proyecto puede empezar a debatirse confiando en que en el plazo de un mes pueda haber presidente en Catalunya, derogarse el 155 y apoyar los presupuestos sin problemas de conciencia. Aquí en Catalunya no hay noticias del desbloqueo de Rajoy, ni de su nueva actitud, y el PNV puede encontrarse con que acabe el debate presupuestario y en Catalunya sigamos con el 155. Entonces los nacionalistas vascos tendrán que optar entre la cartera o la conciencia. Tarde y mal Más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo dice el refranero, pero Cristina Cifuentes ha preferido arrastrar su imagen durante más de un mes con medias verdades y mentiras sobre su máster para acabar hundida con un vídeo más bien cutre en el que aparecía hurtando cremas. Ha caído víctima del fuego amigo y de su propia arrogancia, de pensar que podía quedar impune de una trayectoria tan oscura y de olvidar que los políticos están obligados a la ejemplaridad. Ha dimitido tarde y mal y pese a su alegato final tampoco se va con la cabeza alta.